POEMAS PARA LA MUJER: Poema Social Escritora Arjona Delia
Escritora Arjona Delia
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28 de junio de 2019

POEMAS AL MENDIGO (ALEJANDRINO)

El invierno me destroza el corazón porque pienso en los que menos tienen. Duermen a la intemperie en un frío colchón o sobre sucios papeles de diarios, abrigados por las estrellas. Es muy duro verlos perdidos, extraviados en esas condiciones. La gente les pasa por al lado indiferentes, otros tratan de ayudar pero no es lo suficiente como para sacarlos de esa situación. Allí nace mi poema.


 POEMAS AL MENDIGO
(Arjona Delia)

Tanta tristeza observo en la piel del mendigo
cabizbajo su rostro, y endeble en su andar.
Eterna es su condena con harapos de abrigo,
bajo el frío y la escarcha arrastra su penar.

Cansancio hay en su alma merodeando extraviado
revuelve entre las ruinas para no fenecer.
Relegado, perdido, sin un rumbo esperado
se acerca a la locura, hoy le toca perder.

Con muros de silencio, con miseria tropieza,
encorvado camina en un mundo sin luz.
Con sueños postergados, observo su tristeza,
transita sin un rumbo cargando con su cruz.

La gente impasible es un suelo desierto,
la distancia es tan grande, escasea el amor.
El hambre se le agrava, su presente es incierto,
agoniza soñando un futuro mejor.




Poema publicado en el libro "Identidad" de Arjona Delia
Todos los derechos reservados.
Copyright ©28/06/2019 by Arjona Delia

Attribution No Derivatives cc by-nd Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor.

2 de enero de 2019

Cuentos y poesías: Nunca renuncies a tus sueños

Nunca renuncies a tus sueños
(Arjona Delia)

Marcelina era una mujer joven con buenos valores morales, con un corazón puro y muchas ganas de ayudar. Conocía la pobreza desde niña, ya que su papá y mamá, junto a sus tres hermanos había venido de la provincia de Misiones a trabajar a Buenos Aires porque la situación económica de donde vivían se había profundizado a tal punto que las necesidades eran extremas y la madre de Marcelina pensaba que en Buenos Aires encontrarían más oportunidades para que sus hijos crecieran fuertes y saludables.



Los padres de Marcelina habían vendido todas sus cosas que tenían en Misiones y con el dinero habían logrado comprar una humilde casita, pero con suficiente terreno como para poder, en épocas de bonanza seguir construyendo y agrandando su hogar para que pudieran estar más cómodos, y con mucho esfuerzo, trabajando lo habían logrado.
Marcelina era joven de unos veintidós años de edad, de un metro sesenta de altura, con un cuerpo escultural, morocha de cabellos largos, con unos ojos marrones muy grandes, que parecía que Dios se los había dado para que observara todo a su alrededor. De un carácter muy agradable, servicial y muy simpática. Todo el tiempo sonreía como si quisiera dejar al descubierto esa hermosa sonrisa que le había sido heredada de su padre.
Conoció desde niña la pobreza junto a sus tres hermanos y por eso siempre ayudaba a su madre en la elaboración de empanas, pizzas y panes que ellos mismos vendían a sus vecinos casa por casa para obtener el sustento diario. Y lo estaban logrando, pues les iba muy bien, al punto que siempre vendían toda la producción que elaboraban en el día.
Marcelina había crecido con buenos valores y con una marcada empatía hacia los demás, a tal punto que tenía un sueño muy arraigado en su corazón, el deseo de conseguir los fondos suficientes para edificar en unos de los terrenos que tenían libre un gran espacio para que los niños necesitados tuvieran un lugar donde aprender, jugar y alimentarse sanamente; para que pudieran crecer sanos y tuvieran la oportunidad de desarrollar todas sus capacidades mentales para tener un mejor futuro.
Marcelina,  era muy inquieta y sensible, sus sueños y deseos altruistas le nacían desde el fondo de sus entrañas, conocía la marginalidad desde cerca gracias al recorrido que hacía para vender los productos que ella misma elaboraba.
Así que Marcelina, con ese sueño en mente, fue colocando en una latita, que tenía escondida en su dormitorio, todos los días, el diez por ciento de lo que ganaba  con la venta de sus productos,  apostando a ese sueño que no la dejaba dormir.
En relativamente poco tiempo, ya con veinticuatro años de edad cumplidos había logrado reunir una pequeña cantidad de dinero, no era mucho, pero sí lo suficiente para empezar a construir la oportunidad de un futuro para muchos niños.
Pero era consciente que sola no podría, que necesitaba más corazones generosos y más manos que estuvieran dispuestas a colaborar con su fantasía de sacar a los niños de la pobreza.
Así fue que dibujó en una hoja su proyecto, era simple, un galpón de unos diez metros de largo por unos cuatro metros de ancho, de ladrillo hueco, con tirantes de madera y chapas de las mejores para que en los días de lluvia el agua no les filtrara y les diera alguna sorpresa. Tenía la ilusión de que tuviera piso de mosaico para que fuera fácil su limpieza y paredes en los cuales pudiera colgar varios pizarrones para que los niños dibujaran barriletes de colores en el mismo.
Quería que dentro hubiera una enorme mesa, con sus respectivas sillas, para que todos se ubicaran cómodamente. Y tenía planeado que contra una de las paredes se situaran, en forma lineal, cinco lavamanos con sus respectivas canillas de aguas y sus toallas colgadas a un lado. La idea era que cada niño, antes de comer, fuera aprendiendo la importancia del lavado de sus manos para prevenir enfermedades.
Parecía un sueño muy difícil de cumplir, pero no bajaba los brazos y sus deseos se hacían cada vez más fuertes, por eso, apostó a ello.
Hizo imprimir su proyecto esbozado en un papel y le entregó sus sueños a sus clientes y a comercios que le quedaban a su paso.
La idea que tenía era que colaborarán con lo que quisieran o pudieran. Podía ser desde tiempo a materiales de construcción que ya no usaran, incluso esas baldosas o cerámicas que quedan de remanente luego de una construcción y que nunca llegan a  usarse, sillas en desuso que se podrían reciclar para ser reutilizadas, ropas de niños, juguetes usados, o gente dispuesta y con gran corazón que deseara darles unos momentos de regocijos y se vistieran de “payasos” o “super héroes” para alegría de los más pequeños.
A veces pensaba que su sueño era demasiado grande y perdía las esperanzas, pero otras veces, cuando  veía a los pequeños en su cotidianidad de trabajo cambiaba de opinión y resurgían esas inmensas fuerzas y deseos desde el fondo de sus entrañas. Así que con la colaboración de un kiosquero que le regaló la impresión de cien fotocopias de su bosquejo, porque dijo que creía en ella y por eso aportaba su granito de arena, que para Marcelina ya era una gran montaña, empapeló toda la ciudad repartiendo “su sueño” proyectado en un papel.
Consiguió que varios negocios le dieran el suficiente efectivo para empezar a construir el galpón que llamaría “Rincón de sueños” porque al fin y al cabo era eso, el rincón donde ella plasmaría sus sueños. Otros se habían comprometido a donar de su tiempo algunos fines de semana, para cortar el pasto, hacer limpieza general o entretener a los más pequeños. Y los que querían donar materiales, ropa, juguetes o mobiliario fueron haciendo acopio en sus casas hasta que estuvieran levantadas las paredes y el sitio estuviera techado.
Y así fue que al año de haber empezado con su proyecto de “Rincón de Sueños” por fin comenzaba la construcción del mismo. Veía como con cada ladrillo que se levantaba se elevaban hasta el cielo sus sueños. Con cada ladrillo la gente veía que no era solo un deseo de Marcelina, si no que se estaba haciendo realidad y por eso cada vez tenían más ganas de colaborar, incluso hasta los niños venían a ayudar contagiados por el ejemplo de los más grandes.
Ya había logrado tener un techo donde plasmar sus deseos, un rincón de aprendizaje y de juegos donde los pequeños aprendieran valores y respeto.
Veía allí, en una esquina la pila de mosaicos que le habían donado para el piso del comedor, si bien eran de diferentes tamaños y colores, no le importaba porque se veían muy coloridos y pensaba que le darían matices al suelo y que eso a los niños seguramente les iba a encantar y de paso serviría para que fueran aprendiendo los colores y tamaños y dibujaría con ellos una rayuela y una escalera al cielo.
Pero no conseguía quien la ayudará a colocarlos en el piso, quien hiciera el trabajo de albañilería de colocación de cerámica, pero no se desanimó. A su memoria vino su padre quien toda su vida se había dedicado a eso, pero que hacía cinco años que los había dejado y había pasado a otra vida. Pero ella que era muy observadora siempre lo miraba cuando arreglaba su casa y más o menos tenía una idea de cómo se realizaba el trabajo. Así que se animó, se arremangó y empezó a dibujar garabatos con los restos de mosaicos y cerámicos donados.
Era domingo, ya que Marcelina no trabajaba los domingos los dedicaba a mejor su “Rincón de sueños” y siempre venía algún vecino a ofrecer su tiempo o sus donaciones para que el proyecto avanzara más rápido.
Ese domingo se acercó Gastón con sus dos hijos, dos varoncitos de unos tres y otro de cuatro años de edad. La vio allí, arrodillada en el piso, con guantes en sus manos y un balde con mezcla preparada para la colocación del piso y se presenta:
— ¡Hola! Mi nombre es Gastón y la semana pasada me enteré de tu historia y de tu generoso proyecto y quise venir a colaborar con mi tiempo, haciendo lo que sea, para que el mismo. Puedo venir solo los domingos que es cuando tengo libre y traje a mis hijos para que vean el lugar y que ellos también puedan disfrutar de este espacio que generosamente ofreces.
Marcelina se levanta, se sacude el polvo de las rodillas, se quita los guantes, se limpia las manos en su pantalón y le extiende su mano en señal de saludo.
— ¡Encantada! Mi nombre es Marcelina y agradezco, en nombre de los niños que vengas a ofrecerte a colaborar con tu tiempo. Justo estaba necesitando a alguien para que me fuera alcanzando las cerámicas, pues las estoy colocando yo misma porque no puedo con mi ansiedad de ver terminada esta obra y pensé que podría ir adelantando si le echaba manos a la obra. Y por supuesto que aquí hay lugar para tus hijos. ¡Bienvenidos!
Gastón alarga su mano para estrechar las de Marcelina.
— ¡Mucho gusto Marcelina!
Luego Marcelina se agacha y besa a ambos niños y les dice:
— ¡Bienvenidos! Aquí podrán dentro de poco venir a jugar y a aprender.
Los niños le preguntan si pueden jugar con una montañita de arena que había allí en un rincón. Marcelina mira a Gastón quien asiente con la cabeza y entonces ella les responde:
— ¡Por supuesto! Pero después cuando terminen de jugar deberán acomodar todo lo que desordenen y lavarse bien las manos.
Los niños asienten con la cabeza y rápidamente salen corriendo en dirección a la montaña de arena que había allí para hacer castillitos de sueños.
Y mientras Gastón y Marcelina continúan con la colocación de las cerámicas del piso. En un momento llega una camioneta y les trae comida recién hecha y calentita. Se miran y se preguntan quién sería el que les mandaba el almuerzo justo cuando el hambre estaba dando señales en sus necesitados estómagos. La recibe Marcelina, saluda y da las gracias.
Durante los sábados y domingos siguientes cada vez se acercaban más personas para colaborar. Se acercó Ana, una muchacha de unos veinticinco años de edad que se ofrecía a hacer los trabajos de limpieza junto con su esposo Martín, para barrer o acomodar lo que fuera necesario. Julio un hombre de unos cuarenta años que traía su propia máquina de cortar pasto para emprolijar la alfombra verdosa donde correteaban sus cuatro hijos. A julio lo ayudaba José, quien recogía el pasto que iban cortando, en bolsas negras que él mismo traía. También venían a ayudar sus tres hermanos varones, cada vez que el tiempo se los permitía ya que trabajaban arduamente para alimentar a sus familias.
Todos los fines de semana venían todos a colaborar con “Rincón de sueños” en la medida que el tiempo de cada uno se los permitía. Y cada sábado y domingo volvía a repetirse la llegada de la comida sabrosa y calentita para cada uno de los que estuvieran trabajando ese día. Marcelina se preguntaba quién era ese alma angelical que los estaba observando y cuidando con tanto amor y que se preocupaba por ellos.
Con Gastón también se repetía la misma historia, se acercaba todos los domingos a donar su tiempo y sus hijos corrían apresuradamente a jugar con la arena.
Un día Marcelina le pregunta a Gastón por la madre de los niños.
— ¿Y la mamá de los niños?
— ¿Vanesa? En su casa, seguro mirando la televisión.
— ¡Ah! Invítala para que venga a conocernos…
— ¿A Vanesa? No creo que quiera venir. Aparte estamos separados hace dos años. Yo me quedo con los niños los fines de semana por eso los traigo aquí.
— ¡Ah! Disculpa, no sabía, perdón.
—No, no pasa nada. Me engaño con otro hombre y entonces nos separamos. Ahora tuvo otro hijo y por eso ahora compartimos el tiempo de los hijos, así ella está más aliviada. La pareja se rompió pero quedamos en buenos términos, por los niños más que nada. Ahora estoy solo y me ocupo de ellos los fines de semana, pero feliz de hacerlo.
—Claro, entiendo…
Marcelina sentía que algo le estaba pasando con ese hombre, por eso estaba interesada en saber algo más sobre él. Se alegró al enterarse que estaba separado.
Por fin al mes culminan el tan deseado piso y al mirarlo no pueden creer lo maravilloso que les quedó. Una paleta de colores con tonos en verde, amarillo, blanco, negro y beige, recortes de diferentes cuadrados pero que a la vista de los niños se veía fantástico, lo que ayudaría a mantener la limpieza y le daría colorido al salón.
— ¡Al fin, Gastón! No sabes lo que significa para mí ver terminado “Rincón de sueños. Un espacio con el que soñé toda mi vida, donde pudiera plasmar mis deseos más profundo de ayudar a quienes más necesitan, porque en su momento yo necesite, mis madre necesito y mis hermanitos necesitaron. Sé lo que se sufre ante la necesidad y la pobreza. Quiero que esté lugar sirva para que los más pequeños dibujen garabatos en el tiempo. Para que aprendan a compartir sus sueños y proyectos y los hagan realidad.
Ambos estaban felices de ver el piso tan reluciente y colorido que se abrasaban sin poder contener la emoción.
— ¡Al fin, Marcelina! estoy muy contento de haber contribuido con este sueño.
Concluye Gastón dándole un abraso muy fuerte y un beso en la mejilla.
Marcelina sintió que el corazón se le aceleraba de sentirlo tan cerca. Sintió su piel tan perfumada y su barba de tres días que le rosaba la piel. Marcelina se alejó por miedo, no entendía qué le estaba pasando. Él la miró y sonrió sin decir nada.
Y todos los que habían colaborado con el proyecto aplaudían y saltaban de alegría. Sabían que aún faltaba mucho trabajo por hacer, ya que las paredes aún estaban sin revocar y faltaba todo el mobiliario para que estuviera en funcionamiento. Por suerte, las ventanas con sus respectivos vidrios y las puertas estaban colocadas. Tenían el techo que les daría cobijo que era lo más importante. Los cinco lavamanos ya estaban funcionando correctamente, como también los dos baños que se habían construido.
Y ahora estaban allí todos preparándose para almorzar, Ana, Martín, Julio, José, Gastón y Marcelina en una pequeña mesa improvisada y los cuatro hijos de Julio y los dos de Gastón haciendo fila para lavarse las manos con jabón antes de almorzar.
Su charla se centraba en los avances del proyecto y de las cosas que soñaban para los pequeños. Marcelina iba anotando todo en un cuaderno, todo lo que necesitaban para finalmente abrir “Rincón de sueños” pues no quería que ninguna buena idea quedara sepultada en el olvido. Y las conversaciones también derivaban en la incógnita del personaje secreto que les mandaba las viandas tan gustosas y calentitas.
Y de repente, ese domingo, cuando estaban haciendo la lista y almorzando llega un camión con varias mesas redondas de madera, varias sillas y varios bancos, se notaban que eran de segunda mano, como si algún restaurante hubiera cambiado todo su mobiliario y los estaba donando allí. ¡Pero bienvenido sea! pensaba Marcelina, todo nos sirve.
Sorprendida pregunta al chofer del camión que acababa de llegar:
— ¿Quien mandó todo esto? ¿Cómo saben lo que necesitamos? ¿Quién es el ángel generoso que nos está donando todo este mobiliario?
El chofer del camión le responde que no está autorizado a decir de dónde vienen todas estas mesas y sillas, que estaba cumpliendo la orden que le fue encomendada, que era dejarlas allí y ayudar a bajar todo junto a su compañero de camión.
—Bueno, quiero que les agradezca, en nombre de todos nosotros y de los futuros niños que serán los que van a disfrutar de todo lo donado. ¡Muchas gracias! Y queremos invitarlo a que cuando quiera se de una vuelta por este lugar para que también disfrute de este proyecto.
Y el chofer le responde:
—Haré llegar sus saludos, su agradecimiento y su invitación.
Todos juntos se disponen a entrar y acomodar las mesas y las sillas, planificando dónde ira cada una.  Y nuevamente siente la bocina de una camioneta y las palmas de unas manos llamando en el lugar.
— ¡Hola! ¿Marcelina?
— ¡Hola! Sí, soy yo…
—Mi nombre es Gabriel y vengo a traer unas cajas que me dijeron que las tenía que dejar aquí como donación.
— ¿Quien las donó? Pregunta Marcelina intrigada.
—No me dijeron quien fue. Contesta Gabriel el chofer. Solo las cargué de un depósito con mi compañero y me dijeron que debía entregar todas estas cajas aquí, con cuidado, ya que contiene material que se puede romper.
Marcelina no puede más ante la sorpresa y la duda, le carcome la curiosidad queriendo saber qué contenían las cajas y quien se las habría mandado.
Llama a sus compañeros, gritando a viva voz, luego de abrir una de las cajas:
— ¡Vengan todos! ¡Vengan a ver lo que ha llegado!
Gastón se acerca y exclama: ¡Platos!
Ana con sus ojos desorbitados ante la sorpresa exclama:
— ¡No puede ser! grita Marcelina y ríe entre los nervios y la alegría.
José y Julio agarran entre los dos una de las cajas y las bajan de la camioneta, sin poder disimular la alegría.
— ¡Es de Dios! exclama José. —Dios ha escuchado tus ruegos Marcelina
— ¡Es el mérito a tu esfuerzo! Expresa Julio. —Alguien sabe de tus sueños y quiso colaborar.
Y sin poder entender todo lo que estaba aconteciendo revisan todas las cajas que contenían manteles, servilletas, tenedores, cucharas, vasos y paneras, de segunda mano. Como si fueran del mismo sitio de donde salieron las mesas y las sillas.
Imaginaban que algún restaurante decidió comprar todo nuevo y les habrían donado el mobiliario antiguo. Y festejaban contentos de alegría porque no podían creer los que sus ojos veían. Marcelina se emociona y se le caen unas lágrimas por ver su sueño hecho realidad.
Gastón, sin esconder también su emisión le dice:
— ¡Vamos, vamos, que todavía hay mucho trabajo por hacer! Vayamos colocando los manteles en las mesas para ver cómo van a ir quedando. ¡Vamos, vamos!
Ana corre a poner los manteles de las mesas que se encuentran más alejadas y Julio y José le acercan una caja que contenía los platos para que no tuviera que caminar tanto.
Los hijos de Julio y los de Gastón, en su inocencia de niño y queriendo colaborar salen afuera a cortar unas florcitas para que sirvan de decoración en las mesas.
Cuando terminan de armar todas las mesas en sus caras se ve la satisfacción del sueño cumplido.  No pueden creer que todo el esfuerzo de todo un año llegara a su fin. Con el deber cumplido, aplauden todos emocionados con lágrimas en los ojos.
Marcelina les agradece, con el corazón por toda la ayuda y el apoyo brindado.
Entonces Gastón saca de su bolcillo una cajita, de color azul, forrada en terciopelo, la abre y le dice:
—Marcelina: ¡te quiero mucho! Quiero que te comprometas conmigo. Que este sueño sea de los dos. Que caminemos a la par que este proyecto que tantas satisfacciones nos han dado a mí y a mis dos hijos.
Marcelina no podía creer que tantas cosas lindas le estuvieran pasando. Y visiblemente emocionada responde:
— ¡Qué manera de sorprenderme! ¿De dónde sacaste ese anillo? ¿Cómo hiciste para comprarlo?
Gastón dice:
—No dijiste aún si quieres…
Marcelina continúa visiblemente emocionada y no responde.

Y Gastón acota:
—Pero antes de colocarte este anillo debo confesarte la verdad…
—Yo soy el caballero misterioso que ha donado las mesas, las sillas y la vajilla que han llegado hoy. Y también quien enviaba por medio de mis empleados la comida calentita para que pudieran recuperar fuerzas para seguir trabajando.
Marcelina, ante la mirada de sus otros compañeros que no podían creer lo que sus oídos escuchaban y sus ojos veían, larga una carcajada.
—¡ja ja ja!
—Es verdad. Exclama Gastón.
Con su voz entrecortada Marcelina inquiere:
—Pero, ¿cómo es posible? Si venías a…
—Sí, Marcelina, Vine cada domingo junto a mis hijos a ayudarlos porque quería que mis hijos vieran el sacrificio que representa poder tener algo. Ellos ven todo lo que yo tengo, pero nunca llegaron a ver lo que cuesta lograr cada cosa. Y aquí pude enseñarles, mostrarles el valor de la palabra, el respeto, el ayudar a los que menos tienen como una premisa fundamental en la vida. Ellos dos lo tienen todo, una enorme casa,  los más modernos juguetes, la mejor comida porque todo le podemos comprar. Pero yo quiero que aprendan que  la vida no es tan fácil para todos, que a otros les cuesta muchísimo salir adelante y que todo se logra con tiempo y sacrificio. Aprendieron que nunca deben renunciar a sus sueños por más locos que parecen. Y a pesar que a veces crean que no lo van a lograr, con el tiempo y si se esfuerzan todo les será dado. Tú eres un ejemplo Marcelina para muchos. Eres un ejemplo para nosotros y por eso quiero que seas mi compañera, para toda la vida. Que compartas y acompañes mis sueños.
Marcelina ante la incredulidad y la emoción comenta:
—Pero de dónde…
—Soy el dueño del restaurante “Buena Carne”
— ¿El que está en el centro de la ciudad?
—Sí Marcelina, ese mismo.
—Pero qué bien guardado que te lo tenías. Jamás me lo hubiera imaginado, porque nunca diste ninguna señal de que tuvieras dinero. Es más pensé que eras un hombre pobre…
—Era pobre Marcelina, porque yo solo tenía dinero. Cuando te conocí me hice millonario. Porque me enseñaste que el valor de las personas no la dan las cosas materiales, si no los valores, el respeto, la generosidad, la empatía... Ahora puedo decir que soy millonario porque aprendí contigo todas estas cosas y lo más importante que lo aprendieron también mis hijos.
¿Entonces? ¿Aceptas que sea tu compañero del camino para toda la vida?
Marcelina intrigada y asombrada pregunta:
— ¿Qué va a pasar con “Rincón de Sueños” si acepto?
—Seguiremos haciendo las mismas cosas que hasta ahora Marcelina. Seguiremos adelante ayudando a los que más necesitan. Quizás ya no con nuestras manos, pero podría pagar horas extras a mis empleados para que los que desean puedan venir a trabajar aquí a ayudar con este proyecto tan lindo. Podrías dirigirlo para que se cumpla con las metas para la cual fue creado. No lo abandonaremos, al contrario proveeremos de lo necesario para que siga adelante, funcionando como debe. Porque yo quiero seguir aprendiendo junto a mis hijos.
Y ahora, si aceptas, nos están esperando el en restaurante con todas las mesas nuevas y arregladas para festejar esta unión, a ti y a estos compañeros que tanto supieron hacer para que el proyecto funcione. Era una sorpresa. Quería darte esta sorpresa como regalo por todo lo que me enseñaste.
Marcelina se acerca, le da un beso y dice:
— ¡Si, acepto! Acepto que seas mi compañero de vida.

Posdata: Uno nunca sabe lo que la vida nos tiene preparada. Por eso, siempre compórtate con respeto hacia los demás. Pon en alto tus valores y sonríe, pues nunca sabes quien se va a enamorar de tu sonrisa.






Todos los derechos reservados.
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25 de julio de 2016

POEMAS AL MENDIGO EN INVIERNO

El frío invernal me destroza el corazón porque pienso en aquellas personas que están deambulando por las calles bajo las heladas y las tormentas torrenciales. Cuando la carencia sobrevuela pienso en los niños y los mayores que son los que más sufren las inclemencias del tiempo. ¿Dónde se cobijarán los mendigos cuando hace frío? Ojala se pudieran acortar las distancias que existen entre la abundancia y la pobreza y todos puedan tener acceso a las cosas necesarias para llevar una vida digna. 
Poemas al mendigo
  

RECUERDOS DEL INVIERNO
(Arjona Delia)

Los recuerdos invernales
con sus lluvias torrenciales
¡me rompen el corazón!
Cada vez que el frío congela
la carencia sobrevuela
¡me despierta indignación!

Los recuerdos no son buenos,
pienso en los que tienen menos,
con sufrimiento y dolor.
Olvidados del invierno,
encadenados eternos,
a un castigo abrumador.

Me hace ruido en la cabeza
cada vez que el frío empieza,
me preocupan los demás.
Me recuerda a los mendigos
que no tienen un abrigo
¿Dónde se cobijarán?

¿Y qué será de aquel hombre
que camina sin su nombre,
bajo una helada invernal?
Con la mirada perdida,
siempre ensayo despedidas,
porque pienso en su final.

Con su frágil apariencia,
cuando el hambre se evidencia,
busca poderse abrigar.
Sus mejillas agrietadas
y con su frente arrugada,
encorvado al caminar.

Camuflado entre la gente,
que lo mira indiferente,
¡no lo quieren ni tocar!
Entrelazando sus dedos
para esconderse del miedo
¡sin más ganas de soñar!

Se congelaron sus sueños
y va frunciendo su ceño,
caminando sin pensar.
Carcelero de miserias,
sin calzados y sin medias,
y sin alas para volar.

¡Yo no quiero más inviernos
convertidos en infiernos
para nadie nunca más!
Que se acorten las distancias,
de pobreza y abundancia,
y la equidad fluirá.

Que el recuerdo del invierno,
tenga refugios eternos
de un abrigo protector.
Que las manos encendidas
abroquelen nuestras vidas
¡con la manta del amor!






Poema publicado en el libro "Entre plumas y pinceles" 

Todos los derechos reservados.
Copyright ©25/07/2016 by Arjona Delia


Attribution No Derivatives cc by-nd Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor.

28 de octubre de 2015

Poemas sobre derechos del niño

El 20 de noviembre es el Dia internacional de los derechos del niño. ¿Pero cuales son los derechos del niño?
Los niños tienen derecho a contar con los alimentos necesarios para el buen desarrollo de su salud fisica y mental. Tienen derecho a estudiar, a recrearse, derecho a la identidad, a no ser discriminados. A que se les brinde todo lo necesario para vivir en libertad. Pero a veces se los vulnera y se les olvida que deben cumplir con estos derechos. El poema “Derechos del niño” habla de la importancia de que se respeten y se cumplan estos derechos para que puedan desarrollarse en libertad.


poema sobre los derechos del niño

Derechos del niño
(Arjona Delia)

Los niños tienen derecho
a comida, ropa y techo,
al abrigo del hogar.
A estudiar y recrearse
para un futuro formarse,
¡amor no debe faltar!

Tener nombre y apellido
y que sea protegido
en el calor del hogar.
Libertad sea su lema,
que los proteja el sistema,
y los que han de gobernar.

El futuro tan soñado,
a no ser discriminado,
derecho a la identidad.
Que no sean explotados
y que sean escuchados
con justicia y dignidad.

Que sus derechos respeten,
que cumplan lo que prometen,
que crezcan en igualdad.
Desarrollo fuerte y sano,
ofreciéndoles la mano
¡y vivir en libertad!






Poema publicado en el libro "Reflejos de mi Ser" de Arjona Delia
Todos los derechos reservados.
Copyright ©27/10/2015 by Arjona Delia

Attribution No Derivatives cc by-nd Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor.

Poemas cortos derechos del niño

 El 20 de noviembre es el Día internacional de los derechos del niño. Una fecha para tomar conciencia de que se respeten sus derechos. El derecho a tener nombre y apellido,  a vivir en sociedad y no ser discriminado, ni explotado. A contar con un sistema de salud, a ser bien alimentado, a estudiar y recrearse.  Mi poema “Los niños tienen derecho” habla de la importancia de que se respeten y se cumplan estos derechos para que puedan crecer en libertad.

Poemas sobre derechos del niño

Los niños tienen derecho
(Arjona Delia)

Los niños tienen derecho
al trato con igualdad,
que les brinden mucho amor,
¡y a vivir en libertad!

Los niños tienen derecho
a su nacionalidad,
también nombre y apellido
¡y a vivir en sociedad!

Los niños tienen derecho,
no a la discriminación,
protegerlos de abandono,
de crueldad o explotación.

Los niños tienen derecho
a recrearse, estudiar,
que cuiden de su salud,
¡para que puedan soñar!

Respetemos sus derechos,
que crezcan con mucho amor,
si les brindamos cuidados
¡habrá un futuro mejor!





Poema publicado en el libro "Reflejos de mi Ser" de Arjona Delia
Todos los derechos reservados.
Copyright ©27/10/2015 by Arjona Delia


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20 de agosto de 2013

Poemas Día De La Paz

poemas+paz+dia+de+la+paz
Paz vs. Guerra


Desde que el mundo es mundo
siempre ha habido y habrá guerras,
es condición del humano
el egoismo y soberbia.

Querer que solo haya paz
es utopía y quimera,
allí donde exista paz
existe también la guerra.

Por eso no pretendamos
un mundo solo de paz,
nadie lo conseguirá
mientras un hombre existiera.

Por lo que debo luchar
no es por desterrar las guerras,
pero sí porque haya paz
y que la paz prevalezca.

Que se tome bien conciencia
que la guerra nunca es buena,
que es mejor vivir en paz
con cada ser de esta tierra.

De esa forma aunque haya guerras
la paz prevalecerá,
porque en la conciencia humana
será siempre prioridad.

No cambiaremos el mundo
pero puede mejorar.





Autor: José de Arias Martínez ( "PePe Arias" )

Attribution No Derivatives cc by-nd Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor.

15 de octubre de 2012

Poemas Cortos Para El Día De La Alimentación



LA TIERRA PROVEE


 La tierra da la semilla,
se cosechan alimentos
y bienes para el sustento
para los pueblos enteros.

¿Pero cómo les decimos
a esos niños olvidados?
¿A los que padecen hambre
en los pueblos alejados?

En lugares como África
que se mueren desnutridos,
por la miseria y el hambre,
¡llevan vidas de mendigos!

¡Se alimentan de injusticias!
¡y otros derrochan dinero!
¡Pisotean a los pueblos,
no respetan sus derechos!

¡La avaricia desmedida!
¡La estupidez de las guerras!
Resignados, moribundos,
van usurpando sus tierras.

¿Quién brindará alimentos?
Más allá de donde vivas,
¡basta ya de indiferencia,
discriminar y mentiras!

¡Encontremos la solución!
¡Los recursos repartirlos!
Que disfruten alimentos
abundantes, nutritivos.






Poema publicado en el libro “Entre plumas y pinceles” 
-.Todos los derechos reservados-.
 Copyright ©15/10/2012 by Arjona Delia

Attribution No Derivatives cc by-nd Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor.

25 de diciembre de 2011

Los Chicos de Cromañón



imagen zapatillas cromañon

Los Chicos de Cromañón
(Arjona Delia)

Un pibe que tiró una bengala
ocasionó una enorme tragedia,
haciendo que muchas personas
¡de pronto la vida perdieran!

“Cromañón” se llamaba el lugar,
murieron Ezequiel, Matías, Laura,
Agostina, Sebastián, Paula...
¡y muchos quedaron con traumas!

Paredes encendidas con fuego,
los estragos de fuertes llamas,
en la trampa inocentes cayeron,
¡consumieron sus esperanzas!

Miles de ahogados gritos
pidiendo ayuda, humo y espanto,
sus zapatillas allí quedaron
como señal de lo pasado.

Hoy nos lastima ese recuerdo,
nos hiere, nos duele en la herida,
por el sufrimiento que pasaron
aquellas inocentes víctimas.

Y las madres desconsoladas,
van y vienen hacia ningún lado,
y deambulan, andan en penumbra
sufriendo, y lágrimas derramando.

Ellas sólo tienen un santuario,
y buscan sus caras en la nada,
donde sus quemadas zapatillas
de los cordones están enlazadas.


¿Quién aliviará el sufrimiento
de estas madres solitarias?
¿Quién les devolverá la vida
a esos jóvenes, que tanto extrañan?

Se acabaron los festejos,
ya no disfrutan más fin de año,
se acabaron los cumpleaños...
sólo zapatillas colgando.

Hoy recordamos a estos chicos,
vidas truncadas por el fuego,
que un día treinta de diciembre
¡trágicamente su vida perdieron!






Poema publicado en el libro "Reflejos de mi Ser"
Todos los derechos reservados.
Copyright © 25 de Diciembre 2011 by Arjona Delia



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11 de diciembre de 2010

Poema Dedicado a las Victimas de Cromañon



imagen cromañon+zapatillas


Ángeles De Estrellas

Movían los labios al compás de la música,
al ritmo de sonoras y profundas melodías,
distante de responsabilidades,
y lejos de prudencias desmedidas.

Se diluían en la oscuridad las voces,
Sonidos de estruendos negaban el silencio,
Agitaban inquietas las manos en alza
Y entre ellas asomaba una luz naranja.

Bengala destellante; lejanas y distantes las chispas
Se escapaban como estrellas fugaces,
Y en cada una de ellas escapaban al cielo
Bailarines vestidos de suave terciopelo.

Un haz de claridad iluminó a los rostros.,
La luz hizo crecer alas en sus trajes,
Se movían al compás de un ritmo en calma,
Y la noche se hacía cruz de notas en el alma.

Ángeles de sol, de estrellas y de luna,
Que en ondas sonoras se dispersaron
Hundiéndose en el azul del espacio,
Volando como palomas blancas,
En silencio y despacio.

Con pasos mesurados, huellas de zapatillas,
Se alejaban con sigilosos y con prisa,
Dejando vacíos de amores inertes
En aquellos que lloran a los que…
¡Hoy están ausentes!






Autor: María Cristina Barroso


16 de diciembre de 2008

El fuego quiso aclarar


imagen zapatillas cromañon

Dedicado a las Victimas de Cromañon.

El 30 de Diciembre del 2004 un grupo de 2.800 jóvenes, se dispusieron a ver el show en vivo de la banda Callejeros en un boliche llamado República de Cromañón. Lo que iba a ser una fiesta concluyó con la trágica muerte de 194 chicos, y más de 700 heridos.

Desde aquí mi reclamo de justicia.


23 de noviembre de 2008

¿Que te han hecho patria mia?


paisaje+patria

¿Qué te han hecho patria mía?
que estás pero tan mal
teniendo tantos recursos
y riquezas sin igual?

¿Qué te han hecho Argentina?
Que tambaleante estas
se te ve casi vencida
y te quieren derrotar.

Ya nada pueden sacarte
pues nada te queda ya
te exprimieron con saña
los ladrones de tu hogar.

Los chacales y las hienas
carroñeras natural
se enquistaron en tu seno
y tu sangre chuparán.

Juran por los santos evangelios
patriotismo y lealtad
y tan pronto se olvidan
cuando adentro están.

Meten la mano en la lata
que vacía ya esta
ya se secaron tu savia
el país ya no da más.

En terapia intensiva
mi Argentina estás
por que la deuda externa
te está matando ya.

La deuda interna es inmensa
coparticipación federal
a nadie le alcanza la plata
es incurable este mal.

habiendo tanto Argentino
de renombre universal
no te sacan de este pozo
la maldición es total.

Están libres los que roban
y adentro los peregiles
justicia de la injusticia
que pensaría San martín.

Corrupción globalizada
gente mafiosa al poder
quienes deberían cuidarnos
solo están para joder.

Estos materias fecales
o excremento social
envenenan a nuestra patria
no los dejemos actuar.

Van a misa y son creyentes
de la boca para afuera
tapan la cara de Cristo
y cometen fechorías.

Cierta cara me da asco
cuando empieza a prometer
promesas irrealizables
para llegar al poder.

Con la democracia se cura, se educa,
siganme no los voy a defraudar.
Dejan al país fundido
al cottolengo a llorar.

Que Dios nos guarde y libre
que se viene lo peor
como endémica peste
que corre de Norte a Sur.

Ya nadie me cansé de hablar
y nadie me da pelota.
Ahora me llamo a silencio
me voy a coser la boca.





Autor: Casildo Casco Orué

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