Espero tu sonrisa y espero tu fragancia
por encima de todo, del tiempo y la distancia.
Yo no sé desde dónde, hacia dónde, ni cuándo
regresarás... sé sólo que te estaré esperando.
En lo alto del bosque y en lo hondo del lago,
en el minuto alegre y en el minuto aciago,
en la función pagana y en el sagrado rito,
en el limpio silencio y en el áspero grito.
Allí donde es más fuerte la voz de la cascada,
allí donde está todo y allí donde no hay nada,
en la pluma del ala y en el sol del ocaso,
yo esperaré el sonido rítmico de tu paso.
Comprendo que de mí ya se ría la gente
al ver cómo te espero desesperadamente.
Cuando todos los astros se apaguen en el cielo,
cuando todos los pájaros paralicen el vuelo.
Cansados de esperarte, ese día lejano
yo te estaré esperando todavía.
No importa: aunque me digan todos que desvarío,
yo te espero en las ondas musicales del río.
En la nube que llega blanca de su trayecto,
en el camino angosto y en el camino recto.
Niño, joven o anciano, sonriendo o llorando,
en el alba o la tarde, yo te estaré esperando.
Y si me convenciera que ese ansiado día
no habría de llegar, también te esperaría.
No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.
No, Amor no llega tarde. Tu corazón y el mío
saben secretamente que no hay amor tardío.
Amor, a cualquier hora, cuando toca a una puerta,
la toca desde adentro, porque ya estaba abierta.
Y hay un amor valiente y hay un amor cobarde,
pero, de cualquier modo, ninguno llega tarde.
Ella no fué, entre todas, la más bella,
pero me dió el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.
Acaso fué porque la amé de lejos,
como una estrella desde mi ventana,
Y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene mas reflejos.
Tuve su amor como una cosa ajena
como una playa cada vez más sola,
que unicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.
Ella estuvo en mis brazos sin ser mía,
como el agua en cántaro sediento,
como un perfume que se fué en el viento
y que vuelve en el viento todavía.
Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.
Ella fué lo cercano en lo remoto,
pero llenaba todo lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.
Por eso aún pienso en la mujer aquella,
la que me dió el amor más hondo y largo,
Nunca fué mía. No era la más bella.
Otras me amaron más ... Y sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.
Yo la amé, y era de otro, que también la quería.
Perdónala Señor, porque la culpa es mía.
Después de haber besado sus cabellos de trigo,
nada importa la culpa, pues no importa el castigo.
Fue un pecado quererla, Señor, y, sin embargo
mis labios están dulces por ese amor amargo.
Ella fué como un agua callada que corría ...
Su es culpa tener sed, toda la culpa es mía.
Perdónala Señor, tu que le diste a ella
su frescura de lluvia y esplendor de estrella.
Su alma era transparente como un vaso vacío:
Yo lo llené de amor. Todo el pecado es mío.
Pero, ¿cómo no amarla, si tu hicistes que fuera
turbadora y fragante como la primavera?
¿Cómo no haberla amado, si era como el rocío
sobre la yerba seca y ávida del estío?
Trataré de rechazarla, Señor, inutilmente,
como un surco que intenta rechazar el simiente.
Era de otro. Era de otro que no la merecía,
y por eso, en sus brazos, seguía siendo mía.
Era de otro, Señor, pero hay cosas sin dueño:
Las rosas y los ríos, y el amor y el ensueño.
Y ella me dió su amor como se da una rosa
como quien lo da todo, dando tan poca cosa.
Una embriaguez extraña nos venció poco a poco:
Ella no fue culpable, Señor ... ni yo tampoco!
La culpa es toda tuya, porque la hicistes bella
y me distes los ojos para mirarla a ella.
Si. Nuestra culpa es tuya, si es una culpa amar
y si es culpa de un río cuando corre hacia el mar.
Es tan bella, Senor, y es tan suave, y tan clara,
que sería pecado mayor si no la amara.
Y por eso, perdoname, Señor, porque es tan bella,
que tú, que hicistes el agua, y la flor, y la estrella,
tú, que oyes el lamento de este dolor sin nombre,
tu también la amarías, ¡si pudieras ser hombre!
Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer;
Quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, silenció su latido,
y en plena lozanía se sintió envejecer;
Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido
y morir recordando... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder;
Subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,
por vivir plenamente la fiebre del placer;
Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,
un goce para el solo... Pero no pudo ser.
Ya solo eres aquella
que tiene la costumbre de ser bella.
Ya pasó la embriaguez.
Pero no olvido aquel deslumbramiento,
aquella gloria del primer momento,
al ver tus ojos por primera vez.
Y se que, aunque quisiera,
no he de volverte a ver de esa manera.
Como aquel instante de embriaguez;
y siento celos al pensar que un día,
alguien, que no te ha visto todavía,
verá tus ojos por primera vez.
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo.
Y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.
Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.
Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizá: " Qué linda es todavía."
Tú quizá pensarás: " Se está poniendo viejo "
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.
Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos....
Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
Y quizá, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.
Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosa,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.
Yo sé que tú eres de otro
y a pesar de eso espero.
Y espero sonriente porque
yo sé que un día como en amor,
el último vale más que el primero
tu tendrás que ser mía.
Yo sé que tú eres de otro
pero eso no me importa.
Porque nada es de nadie
si hay alguien que lo ansía.
Y mi amor es tan largo
y la vida es tan corta
que tendrás que ser mía.
Yo sé que tú eres de otro.
Pero la sed se sacia solamente
en el fondo de la copa vacía.
Y como la paciencia
puede más que la audacia
tú tendrás que ser mía.
Por eso en lo profundo
de mis sueños despiertos
yo seguiré esperando
porque sé que algún día
buscarás el refugio
de mis brazos abiertos
y tendrás que ser mía.
Yo andaba entre la sombra, cuando como un fulgor
llegaste tú de pronto con el último amor.
Pero bastó un efluvio de antiguas primaveras
para reconocerte, para saber quien eras.
Y eras la misteriosa mujer desconocida,
que entristeció de ensueño lo mejor de mi vida.
La de las tardes grises y los claros de luna,
la que busqué entre tantas y no encontré en ninguna.
Y hoy tal vez como un premio, tal vez como un castigo,
lo mejor de mi vida será morir contigo.
He pensado esta noche, sintiéndote tan mía
que así como llegaste, pudieras irte un día.
Lo he pensado eso es todo. Pero si sucediera...
Dejaré que te vayas sin un adiós siquiera.
Y cuando te hayas ido... yo que nunca me quejo,
me vestiré de luto y aprenderé a ser viejo.
Pero si me muriera sin poder olvidarte
y después de la muerte se llega a alguna parte,
preguntaré si hay sitio para mí junto a ti,
y Dios seguramente responderá que sí.
Attribution No Derivativescc by-nd
Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial,
siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor.
Estoy entre tus brazos y un silencio en puntillas
se esconden tras la sombras que dan a la ventana,
un corazón que late y unos ojos que brillan
se entregan en el alba que arrastra la mañana.
Y tu pecho se enciende y un pequeño murmullo
se escapa de tus labios como una mariposa.
Y es el agua del río que nos trae el arrullo
de un amor que se aroma con jazmines y rosas.
Ven aquí, necesito que me des el lucero
y esa estrella que llega desde tiempos lejanos,
y el volar de las aves y el temblor de un te quiero,
que han quedado en tu sangre y dormido en mis manos.
Porque entiende que el trino de un pajaro en la rama
salpica de esperanza la soledad del nido
y te arrima los sueños del hombre que te ama
para borrar la ausencia del mundo del olvido.
¡Qué pequeño el lugar en que vivías!
Si hasta el jardín era una sola rosa.
El aire te acunaba, si dormías,
en las dos alas de una mariposa.
¡Qué cielo azul el que tenían tus ojos!
La quietud del verano se escuchaba.
Y en tus labios un beso, tibio y rojo,
lleno de amor y paz te despertaba.
Y aquel zorzal de trino rumoroso
con el silvido largo del encuentro
me dijo en su gorjeo melodioso:
¡es un silencio con un pueblo adentro!
Y tú desparramabas la hermosura
y el sol junto a tus manos sonreía.
Y era tu miel un salmo a la dulzura.
¡Qué pequeño el lugar en que vivías!
Amigos, seremos siempre amigos
para contar nuestras penas de a una
y tendremos así como testigos
al sol, al viento y a la luna.
Viajaremos a un mundo distante
para buscar con todo el empeño
¡Y seremos como el caminante
que cabalga buscando su sueño!.
Amigos siempre sobre todas las cosas
como van unidos espinas y rosas
sin que importe distancia ni tiempo
tú serás la lluvia, yo seré el viento.
Y así seguiremos como lo hacen pocos,
buscando en la vida nuestros sueños locos
y si algo pasara ¡Escucha lo que te digo
por todos los tiempos... yo seré tu amigo.
Las aguas del arroyo saltaban en las piedras
un caserón dormido doblaba su silueta
salpicando de tiempo, coronado de hiedra
deteniendo tormentas a pesar de sus gritas.
El revoque perdido por los vientos del oeste
mostraba la gastada quietud de sus ladrillos
y a un costado del mismo, con su figura agreste,
los aromos pintaban un cielo celeste.
Y tu y yo, como nadie descubriendo otro mundo
en nuestro amor prohibido en medio de las flores
bajo su techo oscuro, desgastado y profundo,
soñábamos la tarde de cuentos y de amores.
Y el caserón entonces, hermano y solitario,
como una antigua foto perdida en algún rollo,
nos saludaba en sombras, nos esperaba a diario
para contar historias al agua del arrollo.
El ángel de los niños Cuenta una antigua leyenda que a un niño que estaba por nacer, le dijo Dios; -Me dicen que me vas a e...
SEGUINOS EN FACEBOOK
Buscar este blog
Biografía
Escritora, poeta, letrista y artista plástica argentina. Lleva publicados siete libros propios: "Una mujer, un mar en calma" ,"Mujer Libre", "Cartas y poemas de amor", "Entre plumas y pinceles", Reflejos de mi Ser", "Retrato de mujer" "Identidad" y numerosas antologías poéticas. Varios de sus poemas han sido publicado en manuales escolares en México y Puerto Rico. Asistió a talleres de dibujo y pintura en la EMBA de Quilmes (Escuela Municipal de Bellas Artes). Perfeccionó su escritura en talleres de la Biblioteca Pública y Municipal Domingo Faustino Sarmiento y en cursos de los talleres dictados en El Rodeo de Bernal desde 2015 hasta la fecha. Asiste asiduamente a encuentros literarios en Argentina y España. Ha recibido numerosos premios por sus escritos. Tiene un amor intenso por la escritura y pone en ella toda la dedicación y el esfuerzo para realizar sus trabajos, logrando volcar en ellos las fibras íntimas de su corazón y alma. Actualmente reside en la Ciudad de Quilmes, Provincia de Buenos Aires, Argentina y sigue escribiendo con el mismo entusiasmo del principio.