25 de enero de 2008

Cambiar para ser más nosotros mismos.
















En ocasiones nos planteamos la necesidad de tomar decisiones que suponen cambios drásticos en nuestra manera de pensar o actuar. Somos animales de costumbres y tendemos a responder del mismo modo ante estímulos similares, pero a la vez tenemos capacidad para reaccionar de modo distinto al habitual, o ya sea porque el entorno nos exige en ese momento respuestas distintas o porque queremos mejorar como personas y ser más felices.
Los cambios surgen normalmente cuando sobrevienen circunstancias distintas de las habituales, porque son las que con mayor probabilidad pueden conducirnos a la necesidad de plantearnos una modificación de nuestro patrón de conducta.Una separación, un cambio de país, la muerte de un ser querido, la visita al psicólogo, los hijos que se van de casa, una enfermedad...

Si queremos crecer como personas, madurar tenemos constantemente que hacer cambios en nuestra vida, y no quedarnos estancados.
Pero si sabemos esto ¿Que nos impide cambiar?.

Lo que hicimos antes condiciona y limita en parte lo que haremos después. Si naciste en E.E.U.U. es probable que hables ingles. Si en tu casa nunca hubo libros es medio difícil que te conviertas en lector, si no eres sociable o extrovertido es improbable que te conviertas en un relaciones publicas.

Quizás hemos aprendido una forma de actuar desde chicos y cuando crecemos no intentamos modificar esto. Estamos condicionados por el recuerdo del "no puedo" y entonces pensamos que es así, y no estamos dispuestos a hacer el esfuerzo de tratar de cambiar esto. Estamos atados a cientos de creencias y creemos que no podemos , pero la única manera de saber, es intentar de nuevo.

Hay un cuento de Jorge Bucay que gráfica muy bien esto. El cuento dice así:
"Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba de los circos eran los animales. También a mí como a otros, después me enteré, me llamaba la atención el elefante. Durante la función, la enrome bestia hacia despliegue de su tamaño, peso y fuerza descomunal... pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas clavada a una pequeña estaca clavada en el suelo.
Sin embargo, la estaca era solo un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa me parecía obvio que ese animal capaz de arrancar un árbol de cuajo con su propia fuerza, podría, con facilidad, arrancar la estaca y huir.
El misterio es evidente: ¿Qué lo mantiene entonces? ¿Por qué no huye?
Cuando tenía 5 o 6 años yo todavía en la sabiduría de los grandes. Pregunté entonces a algún maestro, a algún padre, o a algún tío por el misterio del elefante. Alguno de ellos me explicó que el elefante no se escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces la pregunta obvia: -Si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Con el tiempo me olvide del misterio del elefante y la estaca... y sólo lo recordaba cuando me encontraba con otros que también se habían hecho la misma pregunta.
Hace algunos años descubrí que por suerte para mí alguien había sido lo bastante sabio como para encontrar la respuesta: El elefante del circo no se escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde muy, muy pequeño. Cerré los ojos y me imaginé al pequeño recién nacido sujeto a la estaca.
Estoy seguro de que en aquel momento el elefantito empujó, tiró, sudó, tratando de soltarse. Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo. La estaca era ciertamente muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a probar, y también al otro y al que le seguía... Hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino.
Este elefante enorme y poderoso, que vemos en el circo, no se escapa porque cree -pobre- que NO PUEDE. Él tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente ese registro. Jamás... jamás... intentó poner a prueba su fuerza otra vez... "

Vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.Vivimos pensando que "no podemos" hacer montones de cosas, simplemente porque una vez, hace tiempo lo intentamos y no lo conseguimos.

La cuestión importante no es a qué estacas en concreto estás atado ahora, sino a cuáles te gustaría atarte. Cuantas más opciones conocemos más posibilidades tenemos de vivir mejor, o de vivir como queremos. También puede pasar que sí sepas que podes, lo que pasa es que no tenes ganas. Tal vez su vida no es tan mala como parece y cambiar de estaca te implicaría un esfuerzo que no deseas realizar. El cambio es posible, pero requiere un esfuerzo de nuestra parte.

Arjona Delia.

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