El sol se había quedado dormido en la montaña
fue su pollera blanca la que encontró el camino.
Tu primavera nueva tejió su telaraña
y las uvas maduras despertaron en vino.
De azul, como la cinta que se escondió en tu pelo,
se tiñó de repente el río cadencioso
y las aves, cruzando la inmensidad del cielo,
descorrieron el velo de tus ojos hermosos.
Y se volvió silencio tu boca florecida,
tus manos carolas se aferraron al viento
y en cuatro mariposas acercando la vida
estaba distante tu dulce sentimiento.
Y tu ropa quedaba soñando en el sendero
y una voz terciopelo no marca el destino
y tu historia era mía y era mío el te quiero,
en tus uvas maduras despertando en el vino.
Autor: León Romero
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