30 de enero de 2009

Tarde

Tarde

Tiempo que se quedo en la misma tarde
cuando la llamarada de tus ojos
fueron dos brasas que en silencio arden
y un horizonte de dos soles rojos.

Tarde que se durmio en los vendavales
como un bostezo largo de esperanza.
Tarde que esta aquietando manantiales
en el recuerdo azul de la añoranza.

Y en tu cálida piel de duraznero,
clavel del aire que no tiene prisa,
se escondió la quietud en el lucero,
y se acostó su boca con la brisa.

Y se detuvo el cielo en los trigales,
y acarició tus manos encendidas.
Y la tarde murio en los predegales
y esa tarde, se nos fue la vida.





Autor: León Romero