Y nos miramos a los ojos, adivinando el pensamiento; mirarte es tocar el universo, es sentir la dicha plena del encuentro. Con tu tierna mirada me dijiste “te amo” y casi ya sin fuerzas esboce un “te quiero”.
Entrelazamos los dedos sellando ese amor tan tierno. Y apagaste la luz, buscando recobrar tus fuerzas. Y yo me quedé conversando con el silencio; y le confesé que mi cuerpo no me pertenece, que recobra vida cuando tus manos recorren mi cuerpo y cuando su boca me busca desesperadamente. Cuando me acerco a tu boca el deseo se despierta. Que estas noches se repitan para quedar extasiados en el tiempo y que las horas se detengan, para que nuestro amor dure toda la eternidad.
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