Así como la lluvia transita por el día,
así como los vidrios se empañan lentamente,
quisiera que mis manos tuvieran la alegría,
de acariciar las tuyas, de besarte en la frente.
De encerrar la tibieza que me da tu mirada,
de creer que la luna nos espera en la plaza,
de pescar peces de oro en alguna cañada,
y de pintar el aire adentro de la casa.
Así como las gotas de este otoño que nace,
parecen letanías de viejas procesiones,
mi corazón de sueños en luces se deshace
y envuelve tu silencio en tantas ilusiones.
El cielo está llorando, descargando sus penas,
un concierto de chapa nos va entregando el agua,
la playa está desierta, solo el mar y la arena,
y una ciudad que aturde con ruidos y paraguas.
Y así te ven mis ojos, tierno y callado,
Y así te ven mis ojos, tierno y callado,
con tus brazos desnudos, con tu cuerpo de estío,
pero llueve, es otoño, y sin que sepas nada
le doy vida a los leños y te cubro del frió.
Doy calma a tantas sombras que inundan tu cabeza
los recuerdos que afloran pero que están dormidos,
a voces que no encuentran su lugar en la mesa
porque son intangibles, no volverán, se han ido.
Y así cual primavera que impulsa los retoños,
como una madre buena que al hijo lo regaña,
le pido con el alma a esta lluvia de otoño
me cuente que me esperas, me diga que me extrañas.
Autor: Leon Romero
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