POEMAS PARA LA MUJER: Libros sobre los derechos de la mujer Escritora Arjona Delia
Escritora Arjona Delia
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17 de marzo de 2015

Libros sobre los derechos de la mujer

Comparto mi nuevo libro “¡Mujer libre!” que expresa en forma poética los derechos de la mujer y nos deja un mensaje esperanzador sobre la igualdad de género.

Poemas sobre los derechos de la mujer

El libro fue presentado en la Casa de la Cultura de Quilmes el día 6 de marzo de 2015 como un homenaje al día de la mujer.



En este libro expreso en forma poética los derechos de la mujer y hablo en contra de la violencia de género.
La humanidad ha avanzado en lo que es tecnología, podemos comunicarnos con cualquier persona que esté en cualquier parte del mundo. Ha avanzado en conocimientos, podemos estudiar una carrera universitaria incluso por Internet. Hay muchos adelantos médicos, nuevas vacunas que nos protegen.  Hay adelantos en el estudio del universo, con modernos telescopios.  Pero no ha logrado aún que se respeten los derechos de la mujer. En algunos lugares se la sigue humillando, maltratando, incluso hasta la muerte. Aún no hemos podido erradicar este flagelo que años tras año va cobrando nuevas vidas. Algo que debería estar desterrado en una sociedad que dice ser civilizada. "¡MUJER LIBRE!" expresa en forma poética los derechos de la mujer y nos habla en contra de la violencia de género.

El libro también contiene 7 ilustraciones de cuadros pictóricos realizados en bastidores de lienzo de 50x70,  pintados con acrílico de mi creación que le dan un marco colorido. No sólo te estas llevando el texto, si no las imágenes de mis creaciones.

(Algunas de las obras se pueden visualizar en la imagen)

Aquí podrás ver el video de la presentación de Arjona Delia:



 En cada verso, cada frase, cada párrafo y cada imagen te estás llevando un pedacito de mi vida, de mis sentimientos, de mi corazón y de mi alma, que seguramente te ayudarán a disfrutar de esta excelente obra.

PRÓLOGO DEL LIBRO "¡MUJER LIBRE!"



“Mujer Libre” encierra algo más que la calidad literaria de Arjona Delia. Desde la simpleza del estilo, ella penetra en lo más íntimo de la violencia de género, como una estocada directa al corazón de las mujeres. Les habla también de la trata, de la explotación sexual. Pero no lo hace de manera lábil. Las compromete a revisar su situación particular, partiendo del valor que les corresponde como género; como fuentes de vida; como seres distinguidos de la Creación; como iguales.
La lectura sencilla de los poemas de Arjona Delia colabora de manera definitiva con lo que la autora pretende. La defensa de los valores femeninos desde la óptica de una mujer comprometida con su género y con la vida misma, es una constante, pero no se conforma con eso. Consciente que la violencia de género y la explotación no es una totalidad, le habla a los hombres que no forman parte de esa violencia y en un intento más de apertura de conciencia, se dirige a quienes deben impulsar la defensa de las mujeres contra aquellos que, quién sabe por qué razón natural o aprehendida, imponen el uso de la fuerza desmedida o el machismo puro en su peor expresión. Lo hace con la convicción de que todavía pueden corregir el error que significa no escuchar a la mujer, como si no hubieran ya bastantes pruebas contra aquellos hombres que ubican a las mujeres en un escalafón inferior, siendo que ellas, y no voy a decir nada nuevo con esto, están un peldaño más arriba. Sólo la concepción de la vida, por citar unos de los importantes roles que le cabe a la mujer, las enmarca dentro de algo inigualable.
En “Mujer Libre”, la tinta de Arjona Delia tiene su mejor expresión. Acude ante un grito de auxilio, es una palabra de aliento, es una luz para aquellas que viven inmersas en la oscuridad de la opresión y el maltrato. Toda mujer debería leer esta obra y más, debería adoptarla como su libro de cabecera. Por suerte Arjona Delia ha trascendido fronteras y muchas mujeres del mundo alaban sus letras.
Pero, en esto hay que detenerse y leer entre líneas. Es habitual que los lectores ponderen las obras de aquellos autores que dicen con belleza, presteza y calidad cierta lo que ellos no son capaces de decir o interpretar. Eso permite deducir que, tal vez, muchas de quienes leen a Arjona Delia, estén pasando por una situación de dolor y se estén animando a imponer un cambio en su vida.
Si tan sólo una mujer pudiera hacerlo, la obra de Arjona Delia habrá conseguido el galardón que se merece. Lo que se expresa con amor se absorbe con más amor y fluye del mismo modo.
Para aquellos varones que estamos convencidos que la mujer es el lado humano de Dios, no nos cabe la idea de pensarlas sometidas, explotadas, maltratadas. Lo que cabe, entonces, es tomar conciencia para que la piedra de la justicia no se siga horadando y, por ello, el pregón de Arjona Delia, en defensa del género, no se queda sólo en eso. Reconoce también de las mujeres que, invirtiendo roles, son las que maltratan, las que oprimen. Esto muestra la amplitud de criterio de la autora. No se calla nada. Por eso, vale leerla y releerla como si “Mujer Libre” fuera esa amiga íntima que va a estar siempre; que está allí para ayudarte. Lo que sigue depende de cada uno. Dice un proverbio hindú: “Nunca olvides que la más larga caminata siempre comienza con un primer paso”. En esta obra hallarás la voz de
aliento que te estimule. Aquí está Arjona Delia, invitándote a caminar.

Autor: Norberto Calul



TEXTO LEÍDO POR LA LIC. VICTORIA FABRE EN LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO "¡MUJER LIBRE!"



Sobre el libro de poemas de Arjona Delia: ¡Mujer libre!   
                                                       
                                                            “No se nace mujer, llega una a serlo”
                                                                                   Simone de Beauvoir.

       Hablar hoy de violencia de género renueva la denuncia de un problema que persiste. Aunque gradualmente se movilicen  prácticas y representaciones, sigue presente como una de las formas en las que se ejerce poder y se reproduce la desigualdad.
       Ser hombre o ser mujer, es algo que va  mucho más allá del sexo biológico, del cuerpo con el que nacemos. Tampoco alcanza referirnos a las marcas inconscientes que nos deja  la historia familiar. Se trata siempre de roles construidos culturalmente, para un momento histórico y una sociedad con necesidades específicas.
       La clave del problema está en que las experiencias de discriminación, explotación o exclusión de la mujer han sido invisibilizadas y se justifican como producto de la “naturaleza”, negando que las formas de vivir lo femenino o masculino sean  aprendizajes  culturales. Siguiendo las ideas  de la psicóloga Ana María Fernández: «Lo invisible no es lo oculto, sino lo denegado, lo interdicto de ser visto».
       Por eso es doblemente necesario hablar, romper el silencio y sacar a la luz.
     Una  tarea que ha sido emprendida  por mujeres de todas  las épocas y en distintos espacios de desarrollo. La religiosa y escritora, Sor Juana Inés de la Cruz,   la patriota del Alto Perú Juana Azurduy  quien luchó a la par de su esposo en la revolución americana; la poeta argentina Alfonsina Storni, destacada exponente del modernismo; la francesa  Simone  de Beauvoir,  que con su  libro “El Segundo sexo” constituyó una de las obras fundacionales del feminismo. Allí denuncia la confinación de la mujer en el hogar, donde solo dedicada a las funciones reproductivas pierde la posibilidad de ser libre. Es esta una selección parcial  de mujeres admirables por su paso adelante, comprometidas con una causa y las mujeres de su tiempo.    
         En nuestro ámbito corresponde la mención de la reciente  tarea de la Sra. Susana Trimarco, madre de la joven Marita Verón secuestrada en 2002, Este acontecimiento impulsó en Argentina la toma de  conciencia sobre la trata de personas.   A través de la Fundación María de los Ángeles en 2007 logró la liberación de muchísimas mujeres  sin haber llegado aún a encontrar a su hija. La causa llegó finalmente a la Corte Suprema de Justicia de Tucumán, en diciembre de 2013 se expidió revocando el fallo absolutorio y condenando a todos los imputados.
        Si bien el nivel de conciencia y transformación de las sociedades es altamente variable frente al  problema, hay sociedades más demoradas que la nuestra todavía.  Creemos que hoy es una preocupación universal.
       En 1999, la Asamblea General de las ONU declaró al 25 de noviembre como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. En esta fecha se recuerda el asesinato de las hermanas Mirabal, tres activistas dominicanas  opositoras del dictador  Leónidas Trujillo.
         Estamos muy próximos al día internacional de la mujer, 8 de marzo. La elección de esa fecha no ha sido azarosa. Varios acontecimientos vinculados con las demandas obreras protagonizadas por mujeres se repitieron en ese mes. En 1857 una gran movilización de obreras textiles fue el primer antecedente en Nueva York
 En marzo de 1908, más de 15.000 personas exigieron en las calles de la Gran Manzana mejoras salariales, derecho al voto, reducción de jornada y condiciones laborales dignas e igualitarias. Un grupo de mujeres jóvenes llevaba la bandera con la consigna: “Queremos pan pero también rosas”,  frase emblemática de la unidad de las demandas de género y de clase.
  Pero el acontecimiento más dramático se dio en las protestas de marzo de 1911, en un trágico incendio en el que murieron 146 trabajadores, la mayoría mujeres, jóvenes inmigrantes quienes no pudieron escapar de la fábrica textil en la que trabajaban,  donde las salidas estaban cerradas para evitar protestas sindicales o robos.
       En casi todo el mundo se  han creado organismos de prevención y apoyo para la mujer víctima de violencia. No obstante siguen vigentes  prácticas, conceptos, prejuicios que  siguen justificando el sistema sexista. Podemos verificarlo  en nuestra experiencia cotidiana: la doble moral sexual que discrimina a la prostituta, pero disculpa al cliente aunque sea cómplice y favorecedor de  la trata de personas, las  referencias  a la vida privada de las jóvenes que aparecen asesinadas, poniendo a la misma víctima bajo sospecha, son algunas  muestras de que es necesario seguir reflexionando.
    En algunos ámbitos o grupos culturales las mujeres se encuentran más solas todavía, su propia sociedad lleva un camino demorado frente al  problema. Muchas veces tras las marcas de una historia familiar  que impulsa a la repetición de la violencia, se encuentra la pertenencia a un sector social desfavorecido. Y allí el circuito de exclusión y maltrato tiende a multiplicarse.
     Este libro intenta animar a los lectores,  hombres o mujeres, a ser igualmente dignos, abiertos a derechos y posibilidades de desarrollo, en un camino que comienza desde el diálogo poético para llegar a lo cotidiano.
    Bordear el problema desde un registro sensible procura acompañar a la mujer enalteciéndola   y rescatando el valor de  lo femenino. Las reflexiones que preceden los poemas de Delia comunican estados de ánimo, pensamientos y vivencias que son comunes a las mujeres que viven la  violencia de género. Se trata de una comunicación afectiva, hecha en un lenguaje cálido y cercano, ayudando a  tomar conciencia y hacer visible el problema, en tanto es compartido, real y no imaginado.
       No callar, hacer lazo con otros pidiendo ayuda,  es un paso importante para la transformación individual y social. Escuchar y acompañar para los que están cerca, ciudadanos o profesionales, amigos o familiares, es el desafío de un nuevo lugar para las cuestiones de género, la oportunidad  de que hombres y mujeres trabajen juntos por un espacio compartido de  libertad.
   Y en ese camino, como lo propone Delia,  la mujer no está sola. La palabra y el poema acompañan.

Autor: Lic. María Victoria Fabre
6 de marzo de 2015


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