Ayer me ofreciste un pimpollo,
con cariño lo acepté,
ese hermoso gesto
jamás lo olvidaré.
Se dibujó con temblor
en tu boca una sonrisa,
al hacerle una caricia,
a la pequeña flor.
La noche silenciosa
fue mudo testigo,
de mi corazón sentí
acrecentar los latidos.
Agradecida por el obsequio,
a los ojos te miré,
en ellos leí tantas cosas,
que emocionada quedé.
Ayer me ofreciste un pimpollo,
que hoy sostengo entre mis manos,
mis sueños que estaban quietos,
de pronto, se despertaron.
Autor: Marta Bello