POEMAS PARA LA MUJER Escritora Arjona Delia
Escritora Arjona Delia

4 de febrero de 2009

Nosotros Dos



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Nosotros Dos

Que tu mirada alumbre siempre mi camino,
que nunca falte en mi cielo tu sol,
velas mi sueño cuando estoy dormida
y me das consuelo frente algún dolor.

Eres quien adivina todos mis gestos,
no existen secretos entre nosotros dos,
sabes de mi risa, sabes de llanto,
sabes cuando callo o de algún dolor.

Eres la otra parte unida a mi vida,
sin la cual no podría latir mi corazón,
por eso deseo tenerte a mi lado,
agradezco al destino por tener tu amor.

Estaremos juntos hasta que Dios lo disponga,
soñando ansiosos con un futuro mejor,
donde no existan dudas ni rencores,
un mundo creado por nosotros dos.






Autor: Marta Bello

Felicidad



amor mujer rosa

Felicidad

La mañana reluciente
me saluda presurosa
mientras el perfume de una rosa
expándese suavemente.

Anídase en los árboles,
elévase hacia el aire,
para seguir a una nube
que se aleja con donaire.

Hoy me siento feliz
y contemplo,
de un modo distinto,
lucir armonioso
el paisaje precioso
que a mi paso encuentro.

Creo en Dios,
en la vida,
en el gesto sincero
de una mano tendida.
Sonrío a quién pasa,
abrazo a mis amigos
y llevo en la mente
mil sueños prendidos.

Felicidad,
unión de los buenos
y sinceros sentimientos,
eres el éxtasis pleno
que hoy en mi alma siento
y que me hacen gozar
de éste día de sol,
mientras late contento,
mi corazón.




Autor: Marta Bello

Amor de tarde

Amor De Tarde

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.

Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.





Autor:Mario Benedetti


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