a la cual debemos cuidarla
y para que dé buenos frutos
de vez en cuando podarla.
Quitarle aquello que lastima
y no le permite seguir brotando
para que pueda darnos oxigeno
que siempre estamos necesitando.
Y así seguir sonriendo
dándonos todos una mano
sin distinción de personas
como si fueramos hermanos.
Estando en las buenas y en las malas,
sin esperar nada a cambio
sinitiéndonos más útiles
entregando nuestro tiempo y confiando.
Si sabemos que dando se recibe,
aquéllo que no tiene precio
recibirá más el que se brinda
con dedicación que con un objeto.
Porque cuando conseguimos
colmar el alma con la ilución
desaparecerá la tristeza
y se alegra el corazón.
Entonces lo que tiene valor
es tener buena intención
actuando con buena onda
cerrándole el paso al dolor.
La amistad es tan necesaria
como la savia, que dá vida,
encontrarla es como un milagro
que te empuja y te sostiene cada día.
Autor: Graciela Gimenez
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