Pecho generoso y libre, la poesía;
Cuánto sustento que nos da en mieles;
Que hasta un ciego pinta sin pinceles,
Pues le basta la voz para decirla...
Pecho opulento, de sabrosa fibra,
De donde mana el sustento eterno;
Recóndito desde no sé qué cielo,
Lleva ese néctar en ella diluida...
Dios, el bendito; el del saber eterno;
Pensó en el hombre y le dio a Eva;
Como un motivo de amor en esta tierra.
Y el hombre, allí, pues no lo sabía;
Conmovido como estaba hizo unos versos
Dejándonos de herencia la poesía.
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