POEMAS PARA LA MUJER: Un cuento de amistad Escritora Arjona Delia
Escritora Arjona Delia

28 de octubre de 2015

Un cuento de amistad

Un cuento de amistad es una historia real que narra lo que le sucedió a una persona que confiaba ciegamente en sus amigos.  A veces tenemos muchos amigos y creemos que ellos también son amigos nuestros. Pero sucede que cuando estamos mal nos damos cuenta que los amigos con los cuales contábamos son pocos.  La importancia de saber escoger a personas que también nos consideran amigos, porque muchas veces cometemos el error de creer que con que nosotros lo consideremos amigos basta. Pero no, ellos también deben demostrar que son realmente amigos nuestros.
poemas de amistad

"Un cuento" de amistad 

(Arjona Delia)

Siempre soñó con ser invisible pero nunca pensó que su sueño se cumpliría.
Había llegado el verano y con él las tan esperadas vacaciones. Se dispuso a preparar su pequeño bolso negro con todo lo necesario para pasar una semana de esparcimiento en las playas de Mar del Plata. Llegó el día y se encamino rumbo a su destino, las hermosas playas de sus sueños. Iría con un grupo de cinco amigos por lo tanto la diversión estaba aseguraba. Arribaron a destino luego de un agradable viaje, llegan a unos apartamentos que habían conseguido a precios módicos ya que la economía no les era favorable en esos tiempos y pensaron que como eran varios era una buena oportunidad para compartir gastos. De esa manera podrían hacer una gran diferencia con el efectivo con el que contaban y destinar lo que se ahorrarían para otros gastos y de paso compartir más tiempo entre amigos.
Antes de ir a descansar de una placida noche en sus habitaciones arreglaron para ir a cenar todos juntos y brindar por ese maravilloso encuentro. Todo era cordialidad, afecto, cariño y amor. Se quedaron hasta tarde conversando sobre “bueyes perdidos”.
Esteban era el primero que se levantaba de mañana, le gustaba madrugar para poder disfrutar de las primeras luces del día y ver el amanecer desde el mar. Sus amigos ya conocían sus predilectos gustos a las caminatas, su ritual mañanero, de sus marchas y de cuanto disfrutaba de sus vacaciones en la playa. Así que dedujeron que esa mañana como todas las mañanas de verano, él estaría disfrutando de su recorrido por las arenas mojadas de Mar del Plata. Entonces ellos se prepararon para desayunar sin esperarlo, y tener una charla amena y organizar que harían por la tarde y la noche.
Pero lo que menos sospechaban era que Esteban esa mañana había roto su rutina diaria porque se sentía descompuesto por culpa de los excesos y la trasnochada del día anterior en los festejos. Cuando Esteban se fue acercando por el angosto pasillo que separa la cocina de los dormitorios creyó escuchar que su amigo, mientras sostiene una taza de café en sus manos lo nombra. Rápidamente se da cuenta que están hablando de él. Esto lo deja sorprendido y decide quedarse en el silencio y el escondite que le brinda el angosto pasillo a escuchar lo que sus amigos no se atrevían a decirle en su cara. Ellos no se habían percatado que él estaba allí, escuchando las barbaridades que decían de él. Nunca pensó que quien decía ser su hermano, su brazo derecho, estuviera expresando tantas cosas y criticando hasta su manera de ser.
Se preguntó ¿Qué hacer? Debía decidir si encararlos, expresarles que había escuchado toda la conversación o disimular y hacer de cuenta que “acá no pasó nada”, al fin y al cabo eran sus amigos, y a los amigos se les perdona todo. Un mal día lo tiene cualquiera y podía pensar que ese día su amigo tenía un mal día y no pensaba en lo que estaba expresando. Pero su dignidad y su corazón herido pudieron más y decidió avanzar los 6 pasos que lo separaban del comedor, con los puños apretados y las palabras que salían a raudales de su garganta. Se quedaron todos estupefactos, sorprendidos en su mal proceder porque no esperaban su presencia allí en ese momento. Habían dado rienda suelta a sus lenguas creyendo que Esteban estaba realizando sus habituales caminatas. Nadie se hacía cargo de las cosas que habían dicho y uno a uno se fueron yendo, alejándose de su presencia avergonzados de haber hablado de esa manera de “su amigo”.
Y se quedó sólo. Meditando qué hacer ya que tenía pagado una semana de alojamiento junto a sus amigos, pero sabía que después de todas las cosas que escucho algo se había roto en esa amistad y no podía seguir allí falseando un cariño que ya no sentía. Decidió armar su bolso negro metiendo en el todas sus pertenencias, así, sin doblarlas ni acomodarlas, solo introduciéndolas  dentro con mucha bronca acumulada. Se sentía herido y decidió regresar a su hogar con el corazón hecho pedazos. No podía entender cómo se le estaban perdiendo tantos años de amistad.  En ese momento su dolor era tan grande que no se dio cuenta que se había cumplido su sueño de ser invisible por un día. Gracias a que “sus amigos” no lo vieron, fue invisible a sus ojos, él pudo enterarse con qué clase de compañía estaba.
Moraleja: Nunca hables mal de tus amigos pues no sabes quién puede estar escuchándote.




Publicado en el libro "Retrato de mujer" de Arjona Delia.
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Copyright ©27/10/2015 by Arjona Delia


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