POEMAS PARA LA MUJER Escritora Arjona Delia
Escritora Arjona Delia

10 de marzo de 2009

Museo Municipal Punta Hermengo en Miramar

En Miramar en la provincia de Buenos Aires, se encuentra el Museo Municipal Punta Hermengo.
Esta situado dentro del Vivero Dunícola Florentino Ameghino en la calle Av. Lorenzo Parodi, Ciudad de Miramar,General Alvarado,Provincia de Buenos Aires, República Argentina.


El Museo tiene dos edificaciones, una destinada al área de Ciencias Naturales y otra a la Historia y Tradición.
En el área de Historia y tradición se exhiben fotografías, carruajes, objetos de los fundadores y de los primeros vecinos de la zona.


En este sector de Historia podemos encontrar varios carruajes utilizados a fines del siglo XIX, junto con varios objetos como elementos del correo, artefactos lumínicos, actas oficiales, radios, la lámpara original con que contó el faro Punta Hermengo desde 1929, funciono hasta 1985, cuando se la reemplazó por un equipo eléctrico.

Lámpara original del faro Punta Hermengo.


Recipiente para leche utilizado en los tambos a principio del siglo 20.


Mimógrafo (Maquina para imprimir) marca Dick utilizada en la municipalidad en el año 1930.

Bicicleta marca Raleigh usada en el año 1930. Durante los años 1960-1970 Miramar también era considerada la cuidad de las bicicletas.



  



Carruaje utilizado para la vigilancia en el vivero en sus primeros años en 1930.



Muy cerquita esta el edificio de Ciencias Naturales, que se compone de colecciones principalmente locales de paleontología, geología, geología y zoología. En él se exiben animales embalsamados que poblaron la zona, utensilios de uso corriente de los indios Pampas y distintos fósiles.
Entre otros, hay restos del Megatherium , el mayor mamífero terrestre que anduvo por la provincia.
Tortuga Laúd. (Dermochelys coreacea). Es la especie más grande de las tortugas. Habita en casi todos los mares pero solo pone huevos en el Caribe. Llega a pesar hasta 500 kilos y su caparazón mide más de 1,80 cm de largo.


La familia de los Glyptodontidae (Glytptodontes) abarca a varios géneros con características diversas, una de las cuales es la forma del escudo de su cola o tubo caudal.


También se pueden apreciar distintos restos óseos humanos, como el cráneo de un Tehuelche, y láminas explicativas de distintos períodos prehistóricos.
Restos de un joven aborigen serrano hallado en 1968. Su antiguedad es probablemente de 2.000 años. Un detalle a observar es su dentadura en buenas condiciones, sin caries ya que no consumían azúcar.


Paedoterio (Paedotheryun insigne). A pesar de su apariencia de roedor este animal era un ungulo (como las vacas y caballos). Se cree que era de habitos nocturnos y buen corredor. Desapareció hace unos 3.000 años.




Cráneo de Scelidoterio.(Scelidoteriun Leptocephalum). El Scelidotario era uno de los perezosos gigantes mas común en esta región. media unos 3 metros de largo. Se caracterizaba por tener un cráneo alargado y unas extremidades cortas. Su antiguedad es de mas de 200.000 años.



Caparazón de Gliptodonte (Gliptodon clavipes)Hallado en los acantilados frente al vivero en 1993.



Su antiguedad es de aproximadamente 700.000 años. En la imagenes e puede apreciar el tamaño de la misma.

Cráneo de Ballena Minke( Balanaenoptera acuturostrata)Perteneciente a un ejemplar juvenil que encallo en el mar del Sur. Es la especie de ballena mas pequeño, apenas alcanzo los 8 metros.


Cráneo de ejemplar de ballena Franca(Eubalanea Australis).Encallada en la desembocadura del arroyo las Brusquitas en el año 1995. Alcanzo los 12 metros.


















El museo dispone de un importante patrimonio regional que va aumentando con sucesivas búsquedas, canjes y donaciones.
El museo es el organismo encargado de controlar los yacimientos paleontológicos y arqueológicos locales protegidos por una Ordenanza Municipal desde 1988.
Un recorrido que no podes dejar de visitar si andas de paso por Miramar.

Escrito por Arjona Delia


Fotos:Todos los derechos reservados_Copyright © 09/03/2009 by Arjona Delia

Fotos: Arjona Delia
Se permiten copiar siempre y cuando se mencionen al autor de las mismas.

8 de marzo de 2009

Poemas para el día de la mujer

La Mujer

Es la mujer del hombre lo más bueno,
y locura decir que lo más malo,
su vida suele ser y su regalo,
su muerte suele ser y su veneno.

Cielo a los ojos, cándido y sereno,
que muchas veces al infierno igualo,
por raro al mundo su valor señalo,
por falso al hombre su rigor condeno.

Ella nos da su sangre, ella nos cría,
no ha hecho el cielo cosa más ingrata:
es un ángel, y a veces una arpía.

Quiere, aborrece, trata bien, maltrata,
y es la mujer al fin como sangría,
que a veces da salud, y a veces mata.






Autor: Lope de Vega

7 de marzo de 2009

El seminarista de los ojos negros

El Seminarista de los Ojos Negros

Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.
Un seminarista, entre todos ellos,
marcha siempre erguido, con aire resuelto.
La negra sotana dibuja su cuerpo
gallardo y airoso, flexible y esbelto.
Él, solo a hurtadillas y con el recelo
de que sus miradas observen los clérigos,
desde que en la calle vislumbra a lo lejos
a la salmantina de rubio cabello
la mira muy fijo, con mirar intenso.

Y siempre que pasa le deja el recuerdo
de aquella mirada de sus ojos negros.
Monótono y tardo va pasando el tiempo
y muere el estío y el otoño luego,
y vienen las tardes plomizas de invierno.
Desde la ventana del casucho viejo
siempre sola y triste; rezando y cosiendo
una salmantina de rubio cabello
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos,
su seminarista de los ojos negros;
cada vez que pasa gallardo y esbelto,
observa la niña que pide aquel cuerpo
marciales arreos.
Cuando en ella fija sus ojos abiertos
con vivas y audaces miradas de fuego,
parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!,
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo!
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero!
A la niña entonces se le oprime el pecho,
la labor suspende y olvida los rezos,
y ya vive sólo en su pensamiento
el seminarista de los ojos negros.
En una lluviosa mañana de inverno
la niña que alegre saltaba del lecho,
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos;
por la angosta calle pasaba un entierro.
Un seminarista sin duda era el muerto;
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro,
con la beca roja por cima cubierto,
y sobre la beca, el bonete negro.

Con sus voces roncas cantaban los clérigos
los seminaristas iban en silencio
siempre en dos filas hacia el cementerio
como por las tardes al ir de paseo.
La niña angustiada miraba el cortejo
los conoce a todos a fuerza de verlos...
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos...
el seminarista de los ojos negros.
Corriendo los años, pasó mucho tiempo...
y allá en la ventana del casucho viejo,
una pobre anciana de blancos cabellos,
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo,
mientras la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
La labor suspende, los mira, y al verlos
sus ojos azules ya tristes y muertos
vierten silenciosas lágrimas de hielo.
Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo
del seminarista de los ojos negros...






Autor:Miguel Ramos Carrión







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