Te oigo en el silencio de noches largas,
escribiendo aquellos antiguos versos,
y te veo caminar cansadamente
por las calles de mi pueblo.
Te escucho murmurar entre diente:
"Ya me voy para viejo"
Aunque digan que estás muerto, yo no creo...
Cuando niño, sentía acariciar mis cabellos,
al llevarte a pasear con tanta alegría
aún siento la tibieza de tus manos,
de esas manos callosas de obrero
y con esas últimas monedas
me comprabas caramelos
aunque digan que estas muerto, yo no lo creo...
Siento el llanto acongojado en tu garganta
cuando el drama ya inundaba tu cerebro:
y tu férrea voluntad ya no podía,
nos dejaste como herencia, tu honradez,
tus virtudes y defectos, nos sirvieron
ser personas de bien fue tu legado
aunque digan que estas muerto, yo no lo creo...
Cuando miro al espejo y veo mi rostro,
marcado por las arrugas del tiempo,
y la muerte me lleve de este mundo
aunque digan que estoy muerto, hijo tú no creas...
Autor: Alfredo de Antonis
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