POEMAS PARA LA MUJER: Día del Padre Escritora Arjona Delia
Escritora Arjona Delia
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15 de marzo de 2024

POEMA A UN BUEN PADRE

Debemos mostrar gratitud hacia nuestro padre por todo lo que nos ha enseñado y por el amor y el apoyo que nos ha brindado a lo largo de la vida.
Un padre brinda afecto y debemos respetarlo y valorarlo. 
Porque arrulla nuestro corazón y brinda paz, consuelo y tranquilidad en momentos de dificultad.
Muestra tu gratitud hacia él que ha sido una influencia positiva y un modelo a seguir en tu vida.



LAZOS DE AMOR
(Arjona Delia)

Confianza me da tenerte,
eres una roca fuerte,
y mi escudo protector.
El ejemplo que me inspira,
que detesta la mentira
y me cuida con amor.

Gran amigo y confidente,
un gigante muy valiente
¡que me llena de emoción!
El que me abraza muy fuerte,
quien conmigo se divierte,
¡y arrulla mi corazón!

Jugamos a la pelota,
no hay victoria ni derrota,
lo importante es disfrutar.
Andamos en bicicleta,
remontamos un cometa,
juntos vamos a pescar.

Eres un padre admirado,
mucho me has enseñado
¡y yo te quiero imitar! 
Eres tesoro preciado,
respetado y valorado,
¡y siempre te voy a amar!







Todos los derechos reservados.
Copyright ©15/03/2024 by Arjona Delia
Publicado en el libro "Tesoros" de Arjona Delia

Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor. Attribution No Derivatives cc by-nd

21 de octubre de 2023

POEMA DÍA DEL PADRE: LEGADO DE AMOR

Un padre que es amoroso con sus hijos les deja un legado de amor y enseñanza.
Si el padre es una figura cercana y recta, si brinda amor y apoyo en la vida de un niño, eso influye favorablemente en su vida de adulto.
Las enseñanzas de un padre nutren la raíz, que harán de él un niño feliz y un adulto exitoso.
Cuando recordamos nuestra infancia no olvidamos las comidas, los olores y los sonidos que habían en el ceno de nuestro hogar, lo que hace, que cada fragancia nos remonte a tiempos de la infancia y el amor que sentíamos en ese momento.


UN LEGADO DE AMOR Y ENSEÑANZA
(Arjona Delia)

Cuando recuerdo mi infancia,
hace tiempo, en la distancia,
¡buen refugio era mi hogar!
Mi padre mostró su afecto,
fue un hombre cercano y recto,
¡y un ejemplo familiar!

Su inmensa sabiduría,
siempre me sirvió de guía,
¡para ayudarme a volar!
Su enseñanza yo atesoro,
y a mi padre lo valoro,
¡porque me enseñó a soñar!

Destaco su gran constancia,
su enseñanza da sustancia,
¡para nutrir mi raíz!
Simple y pura la inocencia,
me ha dejado como herencia,
¡una infancia muy feliz!

Cuando recuerdo mi infancia,
se perciben las fragancias,
¡que nunca quiero olvidar!
Y cuando llega el momento,
se aviva en mí el pensamiento,
¡de su amor al recordar!





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Copyright ©21/10/2023 by Arjona Delia
Publicado en el libro "Tesoros" de Arjona Delia

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9 de junio de 2023

POEMAS DÍA DEL PADRE


Dedicado a los padres, quienes cumplen su rol en la vida de quienes lo rodean. El padre es majestuoso, fuerte y poderoso y cumple una función de guía y protector. Su sonrisa y su alegría, son fuente de felicidad para la familia.  Es amigo y consejero, alguien que protege y cuida del hogar. Alguien que hace sentir seguros a sus seres queridos, gracias a su alma pura,  a su entrega y  su amor.
Gracias a los padres por sus abrazos, que son una muestra de afecto y que crean lazos muy fuertes entre los miembros de la familia. Su corazón es un tesoro que debemos cuidar.




PADRE, ERES MI PROTECTOR
(Arjona Delia)

Eres padre majestuoso
eres fuerte y poderoso,
eres guía y  protector.
En tu cara y tu sonrisa
la alegría se divisa,
mi gran tesoro es tu amor.

Eres guerrero que sueña,
eres maestro que enseña
y nos guías al andar.
Un amigo sin medida
que me aconseja en la vida
y protege nuestro hogar.

Me haces sentir segura,
tu alma es tan sincera y pura
¡que me llenas de emoción!
¡Gracias por tantos abrazos!
Por crear los fuertes lazos,
¡y entregar tu corazón!






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Copyright ©30/03/2023 by Arjona Delia
Publicado en el libro "Tesoros" de Arjona Delia

Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor. Attribution No Derivatives cc by-nd

14 de marzo de 2018

DÍA DEL PADRE POEMAS CORTOS

Cuando somos pequeños no nos damos cuenta del valor que es tener un padre. Pero cuando crecemos tomamos dimensión de lo importante que fue en nuestras vidas al educarnos, enseñarnos, jugar y divertirse con nosotros. Sus límites, sus exigencias y su amor hicieron de nosotros la persona que somos hoy.
DÍA DEL PADRE POEMAS CORTOS

GRACIAS PADRE POR TU AMOR
(Arjona Delia)

Con entrega, con paciencia,
con límites y exigencia
fuiste molde en mi crecer.
Me educaste con cariño,
y en mi inocencia de niño
me ayudaste a aprender.

Tus pilares de enseñanza
me brindaron la confianza
de la buena educación.
El respeto me enseñaste,
con amor edificaste,
¡entregando el corazón!

Construyendo buen futuro,
con tu pensar tan seguro
por la buena educación.
Noble de alma y tan honrado
siempre bien me has educado
¡con constancia y con tesón!

Tus valores e ideales
traspasaron los umbrales
¡y están en mi corazón!
¡Gracias, padre, por mimarme,
por cuidarme y educarme,
por brindarme tanto amor!








Todos los derechos reservados.

Copyright ©14/03/2018 by Arjona Delia

                            Poema publicado en el libro "Reflejos de mi Ser" de Arjona Delia

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7 de febrero de 2018

POEMAS CORTOS AL DÍA DEL PADRE

El padre es el espejo en donde un hijo puede mirarse. Muchos de nosotros queremos ser como ellos, tener sus valores, su fortaleza, su paciencia, su constancia, su nobleza y sus virtudes.  Siempre los vemos como nuestro héroe y queremos imitarlo porque despierta nuestra admiración.  Nos pone límites y firmeza porque se ocupa de que seamos gente de bien.
POEMAS CORTOS AL DÍA DEL PADRE

ESPEJO DONDE MIRARME
(Arjona Delia)

Dando abrazos como oso
es fuerte y es poderoso,
y tiene un gran corazón.
Recto, firme, decidido,
es un padre muy querido
¡y me llena de emoción!

Es su alma de gran nobleza,
desconoce la pereza,
pues es buen trabajador.
El futuro me asegura,
pues educa en la lectura,
¡dando abrigo y dando amor!

Persevera en enseñanza,
y me brinda la confianza
¡de una buena educación!
Es su infinita paciencia
que resulta en eficiencia,
¡y despierta admiración!

Sus valores, sus consejos,
para mí serán espejo
¡donde me podré mirar!
Es el ejemplo, buen hombre,
y glorifico hoy su nombre
¡porque lo quiero imitar!

Con sus límites expresa
todo amor, toda firmeza
al momento de educar.
Hoy estoy agradecida
por haberme dado vida
¡por siempre lo voy a amar!




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Copyright ©07/02/2018 by Arjona Delia
Poema publicado en el libro "Reflejos de mi Ser" de Arjona Delia

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28 de enero de 2017

UN PADRE DE CORAZÓN CUENTO

La vida siempre te da una segunda oportunidad.

POEMAS PAPÁ DEL CORAZÓN

SEGUNDA OPORTUNIDAD

Gabriel era psicólogo y tenía su consultorio en la zona céntrica de Quilmes. Atendía principalmente a personas adultas, quienes en su mayoría lo consultaban por conflictos de parejas y separaciones. Eran mujeres que se sentían agobiadas por tener que lidiar con el trabajo y sus hijos luego de la separación.
Para despejarse de su largo día de trabajo, él hacía un intervalo en el horario del almuerzo y bajaba a una placita que se encontraba justo enfrente de su consultorio; dado que era soltero y no tenía ningún tipo de responsabilidades familiares, se daba ese pequeño gustito para él.
Allí  tomaba un poco de sol, probaba pequeños sorbos de agua de su botella y observaba a la gente que pasaba: personas que se encontraban sentadas, las que estaban realizando alguna actividad, algún que otro dueño que paseaba junto a su mascota, el abuelo que leía el diario, la embarazada que acariciaba su prominente barriga, los chicos que corrían tras la pelota, las parejas que se hacían arrumacos, las mamás que paseaban a sus bebés en sus cochecitos y las palomas que se acercaban junto a los gorriones a picotear los restos de su almuerzo.
Siempre repetía la misma rutina, porque lo ayudaban a despegarse de las angustiantes conversaciones que debía atender como profesional. Ver a las personas disfrutando del sol y del aire puro le hacía cargar energía para seguir con su arduo trabajo. Podría decirse que ya casi se conocía a todos los concurrentes asiduos de la plaza. Le gustaba observarlos con su rostros sonrientes, satisfechos y disfrutando, todos ensimismados en su mundo, al igual que él.
Pero ese día fue distinto su paisaje. Algo cambió. Pudo observar que la embarazada que acariciaba con cariño su pancita, tenía cara de tristeza, y hasta le pareció ver que unas lágrimas se deslizaban por su bello rostro; pero… “no podía ser”, alegó, quizás vio mal y se detuvo a observarla más detenidamente, ignorando todo lo que pasaba a su alrededor, rompiendo con su habitual rutina.
Y no se equivocó, esa mujer embarazada, casi diría a punto de parir, estaba angustiada y queriendo ocultar su llanto se limpiaba rápidamente las lágrimas para que no se derramaran en su rostro.
Sintió que no podía quedarse allí simplemente mirando, que como profesional sentía la obligación de ayudarla, contenerla y escucharla, porque “su vocación” así se lo indicaba. Y se acercó al banco en que ella estaba sentada y le preguntó: “¿Puedo?” indicándole su deseo de sentarse en el mismo. Ella accedió, lo miró sólo un instante, y volvió a encerrarse en su mundo sin emitir una palabra. Gabriel aceptó su actitud distante, pues al fin y al cabo él era un desconocido, aunque él sintiera que a ella la conocía de observarla todos los días, al igual que a otros que eran asiduos a esa plaza. Aunque no cruzaron una palabra, notó que la angustia de esa mujer se había disipado y creyó que su presencia le había servido —aunque sea en ese instante— para que esa mujer se olvidara del llanto. Después de quince minutos se levantó del banco, porque debía volver a su consultorio a atender a su próximo paciente, saludó amablemente, le dijo: ­“Mi nombre es Gabriel”  y se fue.
Al otro día volvió a cumplir con su rutina diaria, ubicándose en el mismo banco de plaza donde tomaba sol todas las tardes y la volvió a ver, con su rostro entristecido y se acercó porque no podía ver a esa mujer embarazada en ese estado. Razonaba que debía estar feliz, aunque más no fuera por ese hijo que llevaba en su vientre y que debería estar sintiendo la angustia de su madre. Le preguntó:
—¿Se acuerda de mí?
Ella le respondió:
—Sí, nos vimos ayer, y usted me dijo su nombre. ¿Gabriel?
—Así es— respondió él.
—Es que me acerqué porque la vi un poco triste y quería ayudarla: quizás le pueda servir contarme lo que la angustia tanto, sacar afuera su problema para que se sienta mejor y de esa manera hacer que su bebé también esté contento. Soy profesional, psicólogo, ahora estoy en mi tiempo de descanso, pero sabe cómo es esto, uno nunca descansa cuando tiene vocación por lo que hace y mientras pueda ayudarla, lo haré.
Gabriel percibió una pequeña mueca en su rostro que dibujaba una sonrisa y se alegró por ello. ¿Una pequeña muestra de confianza? No se equivocó, ya que la mujer le respondió:
—Mi nombre es Vanesa, y es verdad estoy un poco triste porque voy a ser madre soltera y me angustia no saber si voy a poder hacer frente a la crianza y educación de este niño que está por venir, yo sola.
Gabriel le preguntó:
—¿Y el padre del niño?
Vanesa respondió:
—El padre del niño me abandonó cuando se enteró que había quedado embarazada, porque estaba estudiando una carrera profesional y creyó que hacerse cargo de una familia en ese momento atentaría con su futura carrera, dado que me manifestó que no podría con ambas cosas. Y entonces eligió no hacerse cargo, aunque sí me ofreció la posibilidad de pagar los gastos que pudieran ocasionar si decidía hacerme un aborto, a lo cual no accedí, dado que no pasaba siquiera por mi cabeza tan aberrante crimen. Consideré que un ser que nació del amor de un hombre y una mujer no podría tener un final tan drástico. Y entonces nos abandonó y hoy me agarra angustia de saber si sola voy a poder educar y criar a mi niño como se lo merece. Pero no me haga caso, quizás mi estado de embarazada contribuye a que me sienta así, son las hormonas.
Gabriel respondió:
—¡Claro que va a poder! Las madres son muy valientes y siempre sacan  fuerzas para afrontar los problemas que se presentan, porque los hijos le trasmiten la energía que necesitan para sobrellevar cualquier cosa. ¡Va a poder! Y va a educar a su hijito muy bien porque le va a brindar amor, mucho amor, y ya dio la primer prueba de que ello va a ser así al preservar su vida desde su vientre. 
Gabriel miró su reloj; ya se había pasado quince minutos de su descanso y recordó que debía volver a su consultorio a recibir a su próximo paciente.
—Me tengo que ir, debo volver a mi consultorio, pues tengo pacientes esperando. Si mañana está aquí charlamos un ratito más ¿Le parece?
Vanesa asintió con un leve movimiento de su cabeza, sonriéndole y dándole las gracias.
Gabriel se despidió y se dirigió con pasos rápidos hacia su consultorio, que quedaba justo enfrente de la plaza, mientras Vanesa lo observaba irse.
Ella le calculaba unos treinta y cinco años de edad, de cabellos castaños claros muy prolijamente cortados como si recién saliera de la peluquería, de ojos verdes muy claros y mirada cristalina y un gran sonrisa que dejaba ver unos dientes muy blancos y parejos. ¿Cuánto mediría?  A simple vista le calculaba un metro ochenta, pero se podía equivocar por unos centímetros. Delgado, de tez blanca, pero un poco bronceada por el sol que tomaba en la placita. Vestía elegantemente, caminaba muy seguro y olía muy bien, podía percibir su fragancia aunque estuviera a punto de cruzar la calle. Sonrió un instante, recogió su cartera, se levantó del banco y se encaminó rumbo a su hogar, aliviada por la alentadora conversación que había tenido con Gabriel.
Al otro día la volvió a encontrar sentada en su habitual banco de plaza, que quedaba justo enfrente y a unos tres metros del que él se sentaba. Siempre escogía el mismo lugar porque tenía un gran árbol que le un daba sombra, pero a la vez permitía que el sol entibiara lo suficiente para sentir que acariciaba su piel y pigmentara su rostro con ese tono uniforme bronceado. Se acercó a Vanesa, la saludó y le preguntó:
—¿Cómo está? — Vanesa respondió:
—Un poco mejor, gracias por la charla de ayer.
Durante esos quince minutos que se tomaba para descansar de su ajetreado consultorio, se dedicaron a llevar una charla amena. Vanesa le contaba que vivía muy cerca de allí, a unas tres cuadras, yendo para el centro y que a unas diez cuadras había una clínica maternal donde llevaba sus controles habituales de embarazo y que seguramente tendría a su bebé allí, ya que la atención era de primera y su obra social le cubría los gastos. Contó que tenía dos hermanas mujeres que le estaban dando una mano con la decoración de la habitación de su futuro niño. Que tenía veinticinco años y que había mantenido una relación estable de dieciochos meses con el padre del bebé hasta que quedó embarazada y él decidió que no estaba preparado para formar una familia y la abandonó a su suerte.
Las charlas siguieron así, cortitas pero fluidas durante un mes, en las que  siempre repetían la rutina de charlar un rato en su horario de descanso. Gabriel ya percibía de antemano su estado de ánimo y sabía cuándo ella tenía ganas de hablar, cuándo tenías ganas de escuchar o de simplemente estar en silencio.
Vanesa daba señales de lo que quería con un simple gesto, que Gabriel ya conocía bien, colocaba su bolso en el asiento del banco donde él se sentaba, a modo de separación entre ambos.  Pero cuando estaba dispuesta y de buen ánimo lo colocaba a su derecha, colgado del respaldo del banco, sin obstaculizar el asiento. Eran pequeñas señales que le servían para no exteriorizar que ese día no tenía ganas de que nadie se le acerque.
Pero un día no la vio. No se preocupó demasiado porque pensó que al estar tan pesada con su avanzado embarazo, le estaba costando caminar esas tres cuadras que la separaban de su departamento a la placita. Y se dedicó a volver a su habitual rutina de observar los niños tras la pelota, el abuelo leyendo el diario, los que trotaban, las palomas y los gorriones que se acercaban a picotear las migas del piso, los nuevos brotes que tenían los rosales y por un momento se olvidó de Vanesa.
Miró el reloj, ya era hora de volver a su consultorio, y sintió como que algo le faltaba… el saludo a Vanesa de “Hasta mañana”. ¡Sintió que la estaba extrañando!
Al otro día volvió a la plaza en su horario habitual y tampoco la vio. Y se empezó a preocupar, a preguntarse qué le habrá ocurrido y si estaría bien. ¿Y si le pasó algo, o está con dolores de parto y está internada en la clínica? Se preguntaba. ¿Cómo saberlo? Se inquietó por no tener noticias de ella, y a pesar de que no conocía mucho de la vida de esa mujer, había algo que hacía que él se preocupara y quería saber sobre su estado de salud físico y anímico.
Mientras se tomaba un café en el consultorio, su mano dibujaba unas siluetas sobre la hoja en blanco; estaba ansioso por salir corriendo de allí para tener noticias sobre ella. Quería saber si se encontraba bien, le preocupaba que le pudiera pasar algo y esto a su vez lo asustaba porque no sabía mucho sobre la vida de esa mujer.
Gabriel tenía una extraña intuición, lo que hizo que se decidiera a ir a la clínica maternal, total no perdía nada, al fin y al cabo por algo Vanesa le había mencionado que tendría a su niño allí.
Decidió que cuando terminara la atención de sus pacientes del turno tarde, manejaría con su auto esas diez cuadras hacia el centro, buscando la maternidad y preguntaría por ella para ver si se encontraba allí, dado que no conocía la dirección del departamento de Vanesa (nunca se lo preguntó)
Miró su reloj, ¡al fin! Su último paciente acababa de cerrar la puerta despidiéndose hasta la próxima semana. Juntó sus cosas del escritorio, guardó su celular, agarró las llaves de su auto, se miró al espejo, se peinó con los dedos de su mano y se encaminó hacia la clínica maternal.
En la recepción lo atendieron muy amablemente y le indicaron que Vanesa había ingresado el día anterior y había tenido un varoncito de unos tres kilos trecientos gramos y que gozaba de buena salud. Que podía esperar diez minutos cómodamente en el sillón de recepción, tomarse un café hasta que se hiciera el horario de visitas en que se le permitiría pasar a verlos.
Gabriel aceptó el ofrecimiento, se sirvió un café y se acomodó en el amplio sillón rojo a la espera de esos eternos diez minutos que lo separaban de la certeza de saber que Vanesa y su bebé se encontraban bien.
Por fin le anunciaron que el horario de visitas había comenzado y que podía dirigirse hasta la habitación 502 en el quinto piso, en el sector materno infantil, y que antes de entrar a la habitación se lavara las manos con el alcohol en gel que se encontraba en la entrada de la puerta para prevenir posibles contagios al bebé y su madre, a lo que asintió rápidamente.
Subió al ascensor y esos segundos le parecieron eternos; sentía una extraña sensación de felicidad que no podía explicar, ansiedad de conocer a ese pequeñito que no sabía qué nombre tendría y saber cómo se encontraba Vanesa.
Llegó al quinto piso, buscó la habitación 502, recordó lo que le dijo la recepcionista, vio el gel en una mesita cerca de la puerta de entrada a la habitación, se lo frotó bien por ambas manos y golpeó la puerta, esperando la autorización a entrar. Sentía que su corazón se salía de su pecho y latía presurosamente. Debería calmarse, pero no podía.
—¡Adelante! —Se escuchó una voz femenina del otro lado de la puerta.
—¡Sabía que vendrías! —exclamó Vanesa cuando vio que era Gabriel.
—¡Es que no te vi ni ayer, ni hoy en la placita y presentí que algo te había pasado! Espero no te moleste que esté aquí.
—Para nada— respondió ella, —pasá, pasá, allí está, es un varoncito, pesa tres kilos trecientos gramos, se parece a mí y dice la doctora que está en perfecto estado de salud. Ya se alimentó con el pecho y la enfermera le cambió los pañales.
Gabriel se acercó hasta la cuna que cobijaba al bebé y lo miró. Creyó ver que esa nueva vida le sonreía. ¿Cómo era posible? “No, no puede ser, es demasiado pequeño para que me reconozca y me sonría”, se dijo.
Volteó su cabeza y la miró a Vanesa con un gesto de ¿Puedo?
A lo cual ella asintió:
—¡Sí, claro, por supuesto!
Entonces estiró ambas manos y lo levantó con toda delicadeza, como si se fuese a romper, y lo apoyó sobre su pecho.
—¿Cómo se llama? —preguntó Gabriel.
—Gabriel —responde Vanesa.
—¡Se llama igual que yo, qué coincidencia! —Exclamó Gabriel.
—Así es —respondió Vanesa. —Ese día que te presentaste y que yo estaba llorando, en realidad estaba rezando muy angustiada. Porque estaba agobiada con mis problemas y ensimismaba en ellos no había podido todavía encontrarle un nombre a mi bebé. Yo le hablaba desde la panza y le decía “Porotito” pero cuando nacería no sabía qué nombre ponerle y le estaba rogando a Dios que me ayudara con un nombre… y apareciste vos, presentándote como “Gabriel” y en ese instante sentí que Dios había escuchado mis plegarias. Por eso le puse “Gabriel”. Y hace un rato también le estaba agradeciendo a Dios por la buena salud de mi Gabrielito y le pedí que me diera una señal sobre vos, y en ese momento sentí que golpeaban a la puerta, y allí estabas pidiendo permiso para entrar. ¡Creo en Dios! Y creo que por alguna razón las personas siempre se cruzan en nuestro camino. Es Dios quien las envía por alguna razón.
Gabriel se emocionó por lo que Vanesa le estaba contando, besó a Gabrielito sobre la frente y lo volvió a acomodar en su cuna. Fue en ese momento que supo que ese niño iba a ser parte de su familia y que nunca más se despegaría de él y llegarían a ser una gran familia. Se acercó a Vanesa, le besó la frente y le prometió que al otro día regresaría con un obsequio para Gabrielito. Y que contara con él para cuando tuviera que volver a su departamento junto al niño, que él los iba ayudar, si ella aceptaba.
Vanesa no podía creer que tantas cosas lindas le estuvieran pasando, mientras visiblemente emocionada le respondía que sí.
El viento esparce las semillas que caen en tierra fértil.
Otros, a veces, son los encargados de cuidar la plantita que llegará algún día a ser un frondoso árbol.
Padre no es el que engendra, el que pone la semilla.
Padre es el que educa y cría.





Publicado en el libro “Entre plumas y pinceles” de Arjona Delia

Todos los derechos reservados.
Copyright ©28/01/2017 by Arjona Delia



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17 de junio de 2015

Poemas para el día del padre

En este día del padre quiero dedicar este poema como homenaje a ellos, por todo lo que hacen a favor de sus hijos. Se levantan de madrugada, cuando todavía no salió el sol, a trabajar. Siempre pensando en el futuro y el beneficio de su hogar. Construyen sueños, enseñan valores, marcan la senda y enseñan a caminar. Dale un fuerte abrazo, decile cuánto lo quieres por ser un padre ejemplar. Regala una poesía, que seguro le encantará.
Poemas al día del padre
HOMENAJE A LOS PADRES
(Arjona Delia)

Despierta de madrugada
para empezar la jornada
cuando sale a trabajar.
Ejemplo de sacrificio,
pensando en el beneficio,
y el sustento de su hogar.

La humildad es su grandeza,
no conoce la pereza,
siempre firme en su lugar.
Construyendo va sus sueños
para sus hijos pequeños,
para un futuro encontrar.

Los educa con valores,
les corrige los errores,
los estimula a pensar.
Porque el padre es arquitecto,
marcándoles lo correcto
cuando enseña a caminar.

Hoy festejamos su día,
rebosantes de alegría,
ocasión para brindar.
Dale un abrazo sincero
decile: “¡Cuánto te quiero,
por ser un padre ejemplar!”





Poema publicado en el libro "Reflejos de mi Ser"
-Todos los derechos reservados.-
Copyright © 17 de Junio 2015 by Arjona Delia
Attribution No Derivatives cc by-nd Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor.

15 de junio de 2014

Poemas cortos padre ausente


   A un padre ya ausente

 Al padre que ya no está,
mas sigue en nuestro adentro;
lo riegan los sentimientos,
que nos hacen recordar;
Un padre, siempre es bondad,
es rectitud y conducta;
y no lo perdemos nunca;
pues que él, nos supo formar;
obrando en su mismo obrar,
somos gentes de provecho.-





Autor: Emilio Pablo



21 de mayo de 2013

Poemas Del Día Del padre



Poemas Día Del Padre

Aún recuerdo la tertulia,
sentados en torno tuyo,
tu leyendo siempre serio,
pero con máximo orgullo,
voz tenue, pero en criterio,
de elevación a murmullo,
recorriendo el hemisferio,
en mi memoria lo intuyo,
repito, te veía tan serio,
haciendo los poemas tuyos.

Juan De Dios Peza, para todos,
poemas de familia y vida,
sentir de distintos modos,
de lecturas sin medida,
apoyando me en los codos,
tu pelo veía a escondidas,
negro, pero como de oro,
con mil de luces prendidas,
eras gigante, eras moro,
en lecturas distendidas.

Te amaba como no te lo imaginas,
te sentía en cada palabra,
papá te sentía tan mio,
para mi no existió hastió.
¡ Hoy tu pelo es ya de plata !
de tu boca no hay lecturas,
no hay poemas , fe de erratas,
ni en mi mente más locuras,
solo acariciar tu pelo....
Tu hermoso pelo de plata.







-Todos los derechos reservados-
Autor: Mario Alberto Matus Negrete


16 de junio de 2012

Homenaje A los Padres





A Los Padres De Ley

A todos los que son padres
y que son padres de ley;
que mañana seàn el rey
pues que su hacer se lo gana;

no todos abren sus alas
para abrigar al pichón;
el es un ser de gran valor
en quien se afirma la patria.







Autor: Emilio Pablo

7 de junio de 2011

Acróstico Día del Padre



Imagen padre e hijo

PADRE
(Arjona Delia)


Pueden pasar miles de cosas,
Amar él nunca te dejará,
Dedicará su vida entera,
Reirá, te besará y jugará,
Eso es un padre de verdad.






Poema publicado en el libro "Retrato de mujer"
Todos los derechos reservados by Arjona Delia



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Poemas Cortos Para El Día Del Padre




Un buen padre
(Arjona Delia)

El padre es una persona importante,
es la piedra fundamental del hogar,
de la necesidad, fiel proveedor
y es un amigo que nunca va a fallar.

Con su ejemplo siempre predica,
y también te enseña a respetar,
a cuidar todo lo conseguido,
profundos valores que te han de cuidar.

Si tienes un padre, siempre respétalo,
sus sabios consejos tienes que guardar,
porque aún cuando tú llegues a viejo
ayuda a tus nietos siempre darán.





Poema publicado en el libro "Retrato de mujer"
-Todos los derechos reservados.-  by Arjona Delia


dia del padreAttribution No Derivatives cc by-nd Esta licencia permite la redistribución, comercial y no comercial, siempre y cuando no sea alterada en lo absoluto dando crédito al autor.

24 de mayo de 2010

Poemas y Poesías para el Día del Padre



padre e hijo
Padres E Hijos

Si quieres ser perdonado
respeta siempre a tu padre
y si un tesoro buscaras
honra y respeta a tu madre.

Debieran siempre de honrar
de corazón a su padre
y nadie debe olvidar
los dolores de su madre.

Éllos les dieron la vida
por éllos fueron criados
qué piensan hacer por éllos
qué les darían a cambio.

No desprecies a tu padre
por su poca inteligencia
deberías comprenderlo
y de ti tendrán clemencia.

Si deseas que tus hijos
no cometan insolencias
edúcalos como Dios manda
y tendrás tu recompensa.

Los hijos suelen hacer
lo que ven que hacen sus padres
qué es lo que tú estás haciendo
que a tus hijos no les dañe.

Como caballo indomable
es hijo al que no se advierte
ya nadie puede tratarlo
es atrevido e insolente.

Lo que escuchan de los padres
los hijos gustan hablarlo
luego con sus propios hijos
para después perpetuarlo.






Autor: José de Arias Martínez ( "PePe Arias" 

Poemas para el Día del Padre



padre e hijo

HAY PADRES Y PADRES
 
Cuando un padre no fue padre
tal vez el hijo le mienta
demostrándole un amor
que tal vez él no lo sienta.

Pero hay hijos que no aguantan
que eso no lo soportan
y un día se van de casa
para no empeorar las cosas.

Solo el hecho de nacer
no basta para ser hijo
ni basta un hijo tener
para ser un padre digno.

Yo sé que hay padres que son
antes que padres amigos
otros no quieren saber
lo que ocurre con sus hijos.

Pasan los años y son
como dos desconocidos
no le importa cómo va
con la escuela y sus amigos.

La gran sorpresa vendrá
el día que él se entera
que su hijo está en la droga
o ha caido en la violencia.

Ese día se sorprende
lo culpa de ser mal hijo
que no supo agradecer
lo que por él ha sufrido.

"Te dí cuanto tú querías
nunca te faltó el dinero
te he pagado una carrera
y tienes un auto cero".

"Lo sé padre no me retes
solo una cosa faltó
para qué sirvió todo eso
si nunca me diste amor".

Es lección que todo padre
debiera aprender mejor.






Autor: José de Arias Martínez ( "PePe Arias"


17 de junio de 2009

Poema del Día del Padre





Poema del Día del Padre
(Arjona Delia)

Papá es un ser especial,
me cubre con su cariño,
me entrega su energía,
su fuerza y su corazón.

Tiene buenas cualidades,
hombre sincero y leal,
un padre de principios,
tierno, dulce y sin maldad.

Cuando llega de trabajar,
agotado y muy cansado,
nos besa y nos abraza,
gozoso de llegar al hogar.

Cubre mi cuerpo con caricias,
disfruto de su compañia,
comparte toda su alegría,
muestra su amor todo el día.

Cuando llegó del colegio,
él esta en el comedor,
pacientemente esperando,
para juntos poder almorzar.

En la mesa como siempre,
es quien inicia la oración,
agachando la cabeza,
para dar gracias al señor.

"Por alimentos recibidos,
a Dios da las gracias hijo"
Recuerdo que él me lo enseño,
todo lo bueno me inculco.

No hay dinero suficiente,
con que poderte pagar,
con mucho esfuerzo me criaste,
yo te voy a recompensar.

Tu presencia me conforta,
a tu lado me has de encontrar,
hasta que Dios diga basta,
y te quiera con él llevar.







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14 de junio de 2009

Dia del padre



padre e hijo+manos
Día del Padre
(Arjona Delia)

Padre yo estoy agradecido
por ideales alto tener.
Por ser tan paciente conmigo,
sin la calma y la razón perder.

Tendiéndome un cálido abrazo,
demuestras siempre amor paternal,
comprensivo y tan generoso,
serás siempre un padre ideal.

Con esfuerzo me haz cuidado,
también atención haz brindado,
tu recompensa es el respeto,
mi orgullo y mi muestra de afecto.

Buenos cimientos en mi creaste,
también construiste y edificaste.
Los pilares de tu enseñanza,
serán mi horizonte de esperanza.

En fértil terreno plantaste,
la semilla del amor sembraste,
y con sacrificio la abonaste,
ternura y amor cosechaste.

Padre tu presencia me incentiva,
tus palabras siempre son mi guía,
porque me enseñaste con claridad,
a conducirme con la verdad.

Consiente de que hoy soy un hijo,
pero mañana seré un padre,
llevo tu bandera como base,
de buenos principios morales.

Este día quiero decirte,
que te respeto y admiro,
que para mí serás siempre
más que un padre un buen amigo.


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13 de junio de 2009

Un poema a un Padre ausente


padre e hijo


Lamento De Un Hijo

Se me olvido. . .
Mi viejo querido
Decirte la alegría
Que siempre sentía
Al tenerte a mi lado

Se me olvido. . .
Darle su merecido valor
Al oportuno beso paterno
Que siempre venía lleno
De tu indudable amor

Se me olvido. . .
Disfrutar tu cariño
Tierno como una flor
Envuelto en el calor
De un padre a su pequeño

Se me olvido. . .
Acariciar tus canas
Y besar tu linda frente
Dejándolo por carente,
Creyéndolo cosas vanas

Se me olvido. . .
Que eras regalo de Dios
Y no siempre te tendría
Mas que sin saberlo un día
Dirías tu último adiós






Autor: Pablo Caballero

12 de junio de 2009

Poema a un Padre ausente


Poema a un Padre ausente
(Arjona Delia)

Hoy que no te tengo en este día,
a mi mente viene el recuerdo,
de lo que me enseñaste en vida,
cuando me cuidabas de pequeño.

Cuando recorro en mi memoria,
siempre pienso, observo mi pasado,
cuanto amor y consejos me haz dado,
todo lo mejor me lo has brindado.

Disfrutaba de amor siendo niño.
Eras un padre alegre y tierno,
estabas lleno de alegrías y sueños.
Me dabas del mundo lo mas bueno.

Todas las noches yo te esperaba.
Siempre acurrucabas mi alma.
Si estaba triste a mi lado estabas,
me dabas tranquilidad y calma.

Padre querido tus enseñanzas
por mi jamás serán olvidadas,
lo hiciste con mucha constancia,
durante toda mi tierna infancia.

Mirando hoy que ha pasado el tiempo,
atesoro mucho sentimientos,
pues conservo en mis pensamientos,
todos nuestros mágicos momentos.

Te extraño hoy que no estas contigo,
dejaste dolor con tu partida,
y aunque no haya sido el mejor hijo,
te recordare toda la vida.









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11 de junio de 2009

Poesía a un padre ausente


padre e hija

Un papá prestado

¿Cuanto tiempo lo tuve conmigo?
No todo lo suficiente.
Se me acortaron los días
desde que el está ausente.
Me faltan sus caricias
y sus abrazos permanentes.
Su silbidito bien entonado
interpretado dulcemente.

Su mirada era mi código
el que estudiaba afanosamente.
Cuando yo lo defraudaba
lloraba amargamente.
Me encantaba verlo leer
Cada noticia detenidamente.
Solo que cuando lo hacía en voz alta.
Había que hacer un silencio de muerte.

Mi papi era un "Pardal"
Ese personaje de Disney, inteligente.
Compraba una revista para artesanos.
Y de allí copiaba mis juguetes.
Mi primer monopatín.
¡No me lo trajeron los reyes!
Se pasaba horas en el "galponcito".
Diciendo, que tenía trabajos pendientes.

Cuando llegó el cinco de enero.
El se ofreció displicente.
A entregar mi carta a los magos
que venían del Oriente.
¡No pegué un ojo en toda la noche!
Pues temía adormecerme.
Quería sacarme las dudas.
De como entrarían sin verles.

Mi ventana daba al patio.
Donde habitaban los duendes.
Todo era mágico allí.
Sucedían cosas incoherentes.
Los domingos por ejemplo.
De los árboles crecían juguetes.
Lo raro era que cuando me portaba mal.
Ellos firmaban: "ausentes".

Yo le ayudaba a cosechar,
rabanitos y pimientos verdes.
Y me escondía de a ratos
para las frutillas comerme.
¡Se ve que a los gusanos les gusta!
Decía contrariado y a regañadientes.
Y mi mami hacía un gesto al mirarme
que me hacía sentir ¡Una delincuente!

A la nena ¡No me la toque!
Póngala en penitencia,
si por las buenas no entiende.
Y no se hacía esperar mi mami.
¡A la cama sin comer! ¡Inmediatamente!
¡Y que rabia que me daba!
A oscuras yo; y ellos hablando tranquilamente.
Pero cuando mi mami se acostaba,
se abría la puerta muy suavemente.

Era el... que se arrimaba
y hablaba cada vez más fuerte.
¡Así, va a aprender usted señorita!
Y en sus manos traía siempre un paquete.
Yo esperaba ese sándwich,
envuelto en la servilleta celeste.
Ese era el mimo de mi papi.
Porque su amor era más fuerte.

¡Que pena que fue prestado!
Ese papá diferente...
A todos los papás del mundo.
Porque era mío únicamente.
Dios me lo pidió de vuelta.
Porque de su sufrimiento era conciente.
Pero aunque sea en su silla rodante.
Hoy quisiera tenerlo presente.

Le leería mis poemas,
lo abrazaría muy fuerte.
Le diría ¡Tantas cosas!
que ahora vienen a mi mente.
Y en su momento no le dije,
eso me da pena y soy conciente.

Que las flores hay que darlas en vida,
el ya no puede verme.
Si Dios me concediera la suerte
de prestármelo nuevamente.

No le contestaría jamás,
para que no se empañaran
sus ojos verdes.
Y le confesaría seguro,
que cuando vi por la ventana sus pies
Yo ya no creía en los reyes;
pero para no desilusionarlo.
Grité que oí a los camellos,
haciendo ruido con el paquete.

"Quise dejar este escrito"
para que lo tomen como referente.
Que a los padres en la vida.
Hay que honrarlos diariamente.

Porque al llegar estos días,
Lamentamos no tenerles.
Yo se que lo volveré a ver un día,
En aquel cielo esplendente.

Junto a mi Padre Dios ¡Eternamente!
Que se nos adelantó en el camino
para que no le veamos sufrir ¡Tan cruelmente!
Pero aunque sea unas horas,
¡Prestado! quisiera tenerle.






Autor: Libia Beatriz Carciofetti -

Poema a un Padre del corazón


padre e hijo


Papá del corazón
que entregaste tanto amor,
gracias por hacerte cargo,
gracias por ser como sos.

No interesa el ADN
solo importa tu corazón,
si igual vos criaste al nene,
no importa la ovulación.

Papá del corazón
muy sabia fué tu adopción,
pues amparaste su alma
no siendo el progenitor.

Mucho más que un buen tutor,
involucraste tu vida,
proveyendo ropa y comida,
salud y buena educación.

Sos ejemplo de familia,
la cristiana institución,
porque hasta José el carpintero
fué papá del corazón.

Papá del corazón
has formado un hombrecito.
Por enseñarle de chiquito,
te recompensará Dios.

Papá del corazón
de profesión: "Soñador",
soñaste una linda familia,
y tu sueño se cumplió.





Autor: Ariel

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