Querido Amor:
Ayer me pediste que escribiera una poesía para ti, pero por más que lo intenté, no lo logro, pues nunca hice una y no sé cómo empezar, por eso prefiero escribirte una carta. Creo que escribir me ayuda mucho, porque hay cosas que me cuestan decir y la carta es un medio por el cual me puedo expresar con más facilidad y libertad.
Mirá, no sé qué decirte, lo único que sé es que “te quiero” y que muchas veces pensé en ti.
Aún recuerdo el primer día que te vi. Fue un día que estuvimos en una construcción. No sé por qué, pero te vi y me puse nerviosa. Recuerdo que tú fuiste al mediodía. Entraste a la cocina, donde yo estaba estudiando, y al pararme me enganché la ropa con el mantel y se cayó todo; por eso cuando me saludaste por primera vez, yo estaba levantando los lápices del suelo.
Como esa vez, recuerdo otras más en que nos vimos.
¿Y sabes cuándo vinieron a mi mente, todas juntas?
El 3 de abril, cuando me declaraste tu amor. Esa noche no pude dormir, pensando en tus palabras. La verdad fue que me tomaste de sorpresa, no esperaba que tú me lo dijeras tan pronto, es decir, luego de otras veces que nos vimos (en la construcción, cuando te cebé mates, dos veces en picnics). Es cierto que nos mirábamos y que nuestra mirada lo decía todo, pero en sí, vos no me dabas ninguna señal de que yo te interesara. Sólo me la diste en el casamiento de Hugo, al obsequiarme una rosa... (“¿Quién la quiere?”- preguntaste. Y la pusiste en mi mano). Yo pensé recién ahí que empezaba a gustarte y esperaba que algún día me lo dijeras, pero no tan pronto. Por eso es que me sorprendiste con tu proposición.
Ayer me sacaste de una duda, pues vos me gustabas desde el primer día en que te vi. Aún cuando yo no te amaba, siempre que tenía la oportunidad, trataba de averiguar cosas de vos. Y cuando me dijeron que “ya estabas ocupado”... ¡qué desilusión tuve! Yo te hubiera dicho desde el primer día que te quería, pero me costaba demasiado decírtelo, por mi timidez (una debilidad que quiero vencer y espero que con tu ayuda pueda hacerlo).
“Quiero comprenderte” y quererte cada día más.
Asimismo, quiero que tú también me comprendas y me tengas paciencia. Aún no me conoces como persona y espero no decepcionarte, que la imagen que tienes de mí, nunca, nunca se borre, es más, que crezca día a día, como nuestra espiritualidad. Sólo espero no haberte cansado con esta carta. Me parece que el papel es demasiado frío para explicar lo que siento dentro de mi ser. Es imposible poder explicarlo sólo con palabras o transmitirte todas las cosas que siento. Lo único que me sale ahora es que “te quiero”...
No quiero lastimarte y no quiero que tengas dudas. Si a veces no te respondiera como debería hacerlo, te pido que me comprendas y que me ayudes. Si a veces hiciera algo mal o algo que no correspondiera, me gustaría que me lo dijeras y trataré de progresar, de mejorar en conducta, apariencia y habla.
Por medio de estas cartas vas a conocer un poco más cómo soy. Me gusta escribir y espero que a ti te guste leer. No escribo mucho pero cuando lo hago trato de expresar lo que siento y que la otra persona no se quede con las ganas de seguir leyendo. Aunque es la primera vez que escribo una carta de amor, creo que no será la última. Tendremos muchas oportunidades de seguir escribiéndonos, muchas más. Pero en todas, las únicas palabras que hallarás repetidas, son dos:
“TE QUIERO”.
Dos palabras que aprenderás a conocer cada vez más.
Con cariño y amor sincero.
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