Sueño en el día en que formemos un hogar, “los dos juntos”. No importa dónde sea, ¡qué importa que haga frío, calor, viento o lluvia! Lo único importante es que tú me quieras y yo te quiera, todo lo demás es secundario.
Pero si a ti te agrada mucho la naturaleza, y tienes deseos de ir a Córdoba, a San Luis o adonde sea, iremos, porque “adonde tú vayas, yo iré”. Te seguiré porque te necesito. Por eso te esperaré todo el tiempo que sea necesario a fin de realizar nuestro sueño. No habrá nada ni nadie que impida que se realice. ¡Qué importa lo que mi padre piense! ¿Qué importa si se opone, o si no te recibe como debería? ¿Qué importa? Si lo único que importa es nuestro amor.
¡Te quiero! Nunca me cansaré de repetir estas palabras y espero que tú tampoco.
¿Sabes cómo sueño que sea nuestra casa? Una casa chiquita pero llena de amor, con un enorme jardín, con muchas flores que ambos cuidaremos con cariño. Pero no tan pequeña, porque también deseo que por ese jardín correteen unos cuantos chiquitos que se parezcan a nosotros dos, que tengan el color de tus ojos y el de mis cabellos, y que todos juntos corramos por el campo, y que tú cortes florecillas silvestres para mí, y que cuando nos cansemos de correr, nos sentemos debajo de un árbol y que tú recites poesías para mí…
Sólo espero que tú también desees estas cosas y que no queden en un sueño sino se transformen en realidad. ¿Sabes? Últimamente no sé qué me pasa, o quizás sí lo sé pero me cuesta creerlo… pero es que deseo compartir tantas cosas contigo…
Quiero ser quien planche la ropa para ti, quien cocine para ti, quien te abra la puerta cuando llegas de trabajar y quien te prepare el desayuno a la mañana o quien te despida con un beso.
También, mirar juntos hacia el cielo, ver la luna, las miles de estrellas de un cielo limpio, o contemplarlo claro y celeste… como tus ojos.
Ver el atardecer con sus infinidades de colores hermosos. Caminar por las veredas llenas de hojas secas y que al pisarlas hagan ruido, un sonido bello como nuestro amor. O sentir el silbido de los pájaros cuando van a sus nidos al atardecer.
Sentir en la piel el tibio sol del otoño o que tú me regales una flor que las representa a todas, o en los días de lluvia ver por el cristal cómo resbalan las gotas, una tras otra.
No sé si a ti se te ocurre lo mismo. Es raro, pero es la primera vez que me detengo a pensar en estas cosas y la primera vez que deseo compartirlas con alguien, y me alegro muchísimo de que ese ‘alguien’ seas “tú”.
Quisiera contarte tantas cosas, pero soy tonta, y a veces no me salen las palabras. Quizás más adelante, cuando te conozca más, me anime.
Me gustan las cartas, nunca recibí una y espero que la tuya sea la primera.
Como ves, se acaba la hoja y no puedo escribir más, pero no faltarán ocasiones de hacerlo.
Firma: “Alguien que piensa en vos y que desea compartir su vida contigo”.
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