El Retrato de las Madres
Dicen que todos los días
deben ser para las madres,
es toda una gran verdad
que no podemos negar.
Pero tiene el calendario
un día especial para ellas
en que con gozo y cariño
les rendimos homenaje.
Y al celebrarse este día
evocamos con nostalgia
un sueño que en el presente
siempre tiene su vigencia.
Soñaba con un palacio
en medio de la ciudad
que por anuncio tenía
“El Palacio de las Madres”.
Allí todas se reunían
para contarse entre ellas
sus más grandes experiencias
en el campo del hogar.
Se referían sus pesares
y también sus alegrías.
Allí unas madres reían,
pero otras madres lloraban.
Más en aquella gran sala
lo que más me cautivó
fue el retrato de una madre
que colgaba en la pared.
Observé un tanto curioso
que era el hermoso retrato
la sola fotografía
que se hallaba en las paredes.
Con voz baja me pregunté
“¿Alguien tiene la bondad
de decirme, por favor,
cómo se llama esta dama?”.
Respondió con gentileza
un caballero elegante
que servía de mayordomo
en la mansión de las madres.
“Esa señora, mi amigo,
no tiene un nombre corriente,
por lo que bien representa
‘Madre’ tiene ella por nombre”.
Meditando unos segundos
lo comprendí en forma clara,
la dama de aquel retrato
simbolizaba a las madres.
Y en medio de todas ellas,
entre las madres del mundo,
quise aprender la lección
del “Retrato de las Madres”.
En las madres del retrato
podía ver simbolizadas
a las madres que ya han muerto
y a las que siguen con vida.
A la madre campesina
con su pobreza perenne
y a la madre en la ciudad
con su lujo y su riqueza.
A la madre que canta
porque se siente feliz
y a la madre que llora
sus tristezas y angustias.
De repente aquel retrato,
con un cambio misterioso,
cobró vida ante mis ojos
para explicarme algo más.
Y pude ver en su rostro
una sonrisa feliz
que en lo diáfano del vidrio
lo hacía sentirse con vida.
Vi en sus ojos claramente
el amor y la bondad
que siempre había contemplado
en todas las madres buenas.
Sin un color definido
eran sus ojos de “Madre”
reflejos de mil cariños
y destellos de nobleza.
Y en un sueño inolvidable
la “Madre” de aquel retrato
me habló con dulce ternura
desde el fondo de su marco.
Sus palabras hoy resuenan
en la mente del poeta
y con propósito noble
las citamos este día.
“Quiero que todos los hijos
reconozcan a sus madres
como ejemplo de cuidado
y protección maternal.
Que dejen su indiferencia
y nos quieran con amor,
que recuerden que ellos viven
gracias a Dios y a sus madres”
“Sus cariños en el año
no queremos mendigar
y como madres conformes
recibimos este día.
Hoy nos sentimos contentas
porque en la vida agitada
nos dedican con amor
un día que vale por mil”.
“Apreciamos sus regalos,
sus visitas y recuerdos,
pero con fe les pedimos
que no nos olviden nunca.
Recuerden hijos del mundo
que a pesar del infortunio
con un placer maternal
siempre seremos sus madres”.
Después de aquella experiencia
sentí una gran alegría
al comprender la lección
del “Retrato de las Madres”.
Y al despertar de mi sueño
reaccioné lleno de gozo
porque con noble justicia
las madres tienen su día.
Autor: Orlando Castellanos