POEMAS PARA LA MUJER Escritora Arjona Delia
Escritora Arjona Delia

5 de agosto de 2008

Respetar las opiniones de los otros

Un hombre estaba poniendo flores en la tumba de su esposa, cuando vio a un hombre chino poniendo un plato de arroz en la tumba vecina.
El hombre se dirigió al chino y le pregunto, levemente burlón: " Disculpe señor? de verdad cree usted que el difunto vendrá a comer el arroz?
" Si ", respondió el chino, " cuando el suyo venga a oler sus flores .. "
Moraleja: Respetar las opiniones del otro, es una de las mayores virtudes que un ser humano puede tener. Las personas son diferentes, por lo tanto actúan diferente y piensan diferente.
La vida sería más agradable para todos si las personas respetaran a los demás: aceptar los errores de los demás con comprensión, aceptar que el otro no tiene porque pensar o actuar de la misma manera. La gente andaría menos a la defensiva y viviría más libre y transparente. El respeto trae confianza de los otros, y eso a su vez a una mejor convivencia y bienestar.
No juzgues, solamente comprende y si no lo puedes comprender...olvídalo.

 

 El monje furioso ¿Saber mandar o saber pensar? Sin palabras y en secreto Queda prohibido Soy tu dueña Tomados de la mano Sonríe

1 de agosto de 2008

El monje furioso.


















Dos monjes zen iban cruzando un río. Se encontraron con una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía miedo. Así que un monje la subió sobre sus hombros y la llevó hasta la otra orilla.
El otro monje estaba furioso. No dijo nada pero hervía por dentro. Eso estaba prohibido. Un monje budista no debía tocar una mujer y este monje no sólo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros.
Recorrieron varias leguas. Cuando llegaron al monasterio, mientras entraban, el monje que estaba enojado se volvió hacia el otro y le dijo:
-Tendré que decírselo al maestro. Tendré que informar acerca de esto. Está prohibido.
-¿De que estás hablando? ¿Qué está prohibido? -le dijo el otro.
-¿Te has olvidado? Llevaste a esta hermosa mujer sobre tus hombros -dijo el que estaba enojado.
El otro monje se rió y luego dijo:
-Sí, yo la llevé. Pero la dejé en el río, muchas leguas atrás. Tú todavía la estás cargando...

El monje que ayudó a cruzar a la mujer cuando la dejó en la orilla no volvió a pensar más en ella; sin embargo el otro monje no se la quitó de la cabeza.
La importancia de las personas es la que uno les da, nadie es importante por si mismo.



El hombre en la tumba
¿Saber mandar o saber pensar?
Sin palabras y en secreto
Queda prohibido
Soy tu dueña
Tomados de la mano
Sonríe

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